Confieso que nunca había sido de prestarle demasiada atención a las letras. Más bien me fijaba en la música, en cómo se relacionaban todos los elementos que la hacen posible, en el propio canto de la melodía más que en las palabras. De un tiempo a esta parte -podrá notarse- eso cambió. Entre las numerosas revelaciones, claridad conceptual y problemas que trajeron Los Planetas, también vino esto. Hoy no creo que haya otras letras tan jodidamente iguales.
Me acerco a donde estás
con fruta que jamás habías probado
y dices que tus gustos han cambiado.
Lo vuelvo a intentar,
te ofrezco mis mejores intenciones
y sólo obtengo penas y dolores.
Voy a dejar
de perseguirte todo el tiempo.
Voy a alejarme
que no me gusta lo que pienso.
Fantasma de Bruce Lee
si puedes en los sitios importantes
devuélveme a como era antes.
Sé que me equivoqué
pero está siendo demasiado largo,
por cuánto tiempo tengo que pagarlo.
Voy a salir,
tengo repletos los bolsillos.
Sólo lamento
tener que haberte conocido.
Voy a salir,
casi no cabe en mis bolsillos.
Sólo lamento, sólo lamento
tener que haberte conocido.
Como dice otro tema de Los Planetas, “el futuro es lo de menos”.
La crisis es un ente. Puede haber crisis personales, colectivas, económicas, institucionales, financieras, políticas, deportivas, sociales. En fin. Puede haber tantas crisis como formas de comer camarones, según le detalló Bubba a Forrest. Cualquiera puede tener la suya, voluntaria o involuntariamente. Pero se sale (supongo). Y, para esos momentos, nada mejor que escuchar este compilado preparado específicamente con ese fin: su estado de ánimo no es melancólico ni taciturno pero tampoco exultante.
Como posiblemente todos tenemos ya algunas de estas canciones, no publico la lista. Puedo asegurar, sí, que son nueve temas certeros.
Este es un compilado de la obra solista de John Lennon elaborado por mi hermano. No estuve de acuerdo con que quedaran afuera algunas canciones, pero la idea era que no se tratara sólo de un conjunto de singles (que los hay y de sobra). Así que, más allá de algunas discusiones de carácter inevitable, sólo me limité a hacer estas anotaciones.
1) Watching the wheels: La canción perfecta. Es intensa como debe serlo y tiene un trabajo de instrumentación notable. El mejor Lennon es siempre ese Lennon que canta con toda la sinceridad del mundo. “Mother”, por citar el ejemplo más preciso, es prueba de ello. Por otra parte, no hay otra forma de cantar. Todo lo demás que se diga respecto de la vocalización no tiene la menor importancia. Ya lo aclaró Dylan: “Yo no tengo que cantar bien”. Aquí Lennon canta No longer riding on the merry-go-round y emociona hasta los huesos. I just had to let it go...
2) Mind games: Entrega absoluta. Un Lennon convencido de dos o tres principios se deja llevar por el cauce de una canción reveladora. La melodía siempre será lo más importante de una canción. Y esta es una melodía fatal, entusiasta, honesta, para escuchar en el medio de la noche o de un día nublado. Es a la vez épica pero sin pretensiones. Love is the answer and you know that for sure / Love is a flower, you got to let it, you got to let it grow...
3) 9 Dream: Envolvente, armoniosa, melancólica. El tema más Harrison de Lennon.
4) Oh Yoko: Por lo antes explicado, el Bruzzo no quería incluirla en el compilado. Tuvimos que revisar eso. Es una canción hermosa.
5) Nobody told me: Sobresaliente trabajo de piano. Y una de las letras más lennonianas que se pueden encontrar: Everybody's talking and no one says a word / Strange days indeed... / Everybody's runnin' and no one makes a move...
6) Bring On The Lucie (Freda People): Para consumir alucinógenos y participar de un ritual que dure, como mínimo, tres días.
7) How do you sleep: Nunca viene mal una canción maldita. Aunque, a decir verdad, Lennon se fue un poco al carajo: Those freaks was right when they said you was dead... ¡Es el Macca! Por otra parte, el segmento de cuerdas del estribillo eleva al tema a un nivel prácticamente inalcanzable.
8) I’m loosing you: Cómo meter una buena guitarra en una situación desesperante.
9) Woman Is The Nigger Of The World: Festiva, movilizadora, emotiva, llena de instrumentos de viento, bien tocada, con varios solos y magistralmente producida. Yes she is.
10) You Can't Catch Me: Por momentos tiene una relación intrínseca con “Come Together”. Panderetas, pianos, vientos, tambores y una base de batería contagiosa. A bailar.
11) Love: Tampoco iba a estar en el compilado. Negocié con el Bruzzo (como buen peronista, tuve que aprender a negociar) y acordamos en que la mandábamos pero en su versión acústica. Lo merecía.
12)John Sinclair: A Sinclair lo arrestaron por posesión de marihuana. Y Lennon hizo esta canción. Let him be, set him free / Let him be like you and me...
13) One day (at a time): Acaso el mejor trabajo coral de los temas de Lennon.
14) Look at me: Me animaría a decir que es un tema maccartniano. Tiene esa misma estructura de arpegio y voz. Y soledad alrededor.
15) Old Dirt Road:Ain't no people on the old dirt road / No more weather on the old dirt road...
16) Out The Blue: Gran canción. Un Lennon insoportablemente rendido a su esposa. Eso es lo bueno que tenía Yoko. Le inspiraba cosas.
17) Scared: El círculo de estos otros temas de Lennon se va cerrando… Aquí hasta hay un comienzo planetario. ¿El primer indie?
18) Watching the wheels: Era imprescindible su repetición en plan acústico. Pese a que -lo sabemos- el cementerio está lleno de imprescindibles, este caso es la excepción.
Recuerdo un diálogo con Gastón, hace tiempo, mientras leía una banal lista de Mejores Discos de los 90 en Internet, antes de los blogs y de Wikipedia, .
JPS: -Creo que me voy a comprar un disco de Mercury Rev. Dicen que son buenos. Gastón: -Genial. Siempre quise ser la clase de gente que escucha Mercury Rev.
10 años después admito con felicidad que hemos logrado ese modesto objetivo.
2.
Hace unos meses estuve en una guitarreada con mis compañeros de la secundaria, en una estancia hermosa con pileta, cancha de tenis y demás felicidades. Aunque soy un eximio instrumentista desconocía por completo los acordes de las canciones de La Mancha de Rolando, por lo que apenas pude fumar en silencio mientras los arquitectos, abogados y doctores que me rodeaban coreaban felices arde la ciudad. El tema, claro, me parece una basura, pero como no pretendo ser vanidoso o llamar la atención manifestando mi contrariedad, canté con el grupo las partes de la canción que me sabía. Quizás no tenga el menor sentido juzgar a las personas por la música que escuchan, pero quién sabe, en ese momento me resultaron un conjunto de imbéciles. Después, café y tortas de por medio, viendo el horizonte lleno de soja de la pampa argentina desde unas anchas reposeras, criticaron al gobierno de Cristina Fernández, no con argumentos válidos, sino desde el simple odio de clase y el pánico al negro de mierda. De Narváez estaría sonriendo en la máquina criogénica en la que vive. Yo no abrí la boca, por miedo a dejar de ser testigo y volverme fiscal de ese momento de plena argentinidad desplegándose frente a mis ojos. La conversación fluyó hacia el ámbito laboral: aunque parecían tener un excelente pasar, hubo quejas y lamentos. Tengo la idea de que todos suponen que deberían ser millonarios, o quizás no pueden tolerar que otros lo sean. Quién sabe. Nos despedimos en el crepúsculo, un ex compañero que sabe de cine me recomendó Little Miss Sunshine, desconociendo mi admiración por la obra de Budd Boetticher. Le dije que la había visto y que era genial. Mentí.
3.
Estuve hace poco en una cena con sociólogos, periodistas y psicólogos, un grupo de amigos que esta hermosa ciudad supo regalarme. Un departamento pequeño con vista la ciudad nos agrupó alrededor de una mesa de pino. La dueña de casa pidió unas pizzas por teléfono y con eso nos quitamos el hambre. Todos parecían estar muy informados sobre la actualidad, eso que sucede en Clarín. Los Redondos eran la música de fondo para una charla extraída o copiada del programa 6,7,8. Comenzaba a fastidiarme. Un espíritu conservador surgía lentamente en mi interior, impulsado por esas películas de John Ford y esos libros de Borges que me cambiaron la vida. Los progresistas, curioso grupo humano, parecían relegar la ética al ámbito de la utopía y reclamaban pragmatismo, palabra que no logré comprender del todo. Gente que hasta hace poco desconocía por completo la política o la historia no tenía pudor para hablar de izquierda o de derecha y acusaba a Clarín de mentir, como si eso no fuera la cosa más obvia del planeta desde hace años. El nuevo panteón de próceres nacionales (Víctor Hugo Morales, Sandra Russo, Orlando Barone) recibían sus habituales elogios y yo pensé que el peronismo es el mismo partido que nos había regalado a Menem y a Kirchner, sin solución de continuidad. Como el nuestro es aún un país de caudillos, cualquiera que asume se confunde con el Estado y encarna físicamente un cambio que contradice todo lo anterior, impidiendo que la cuestión vaya hacia algún lugar. Permanecí en silencio escuchando un intercambio de opiniones del que me alejaba progresivamente, y por la ventana vi la ciudad que cambiaba indiferente a nuestras conversaciones. Llegué a mi departamento justo para ver el final de Policías en Acción. En una villa miseria del conurbano, un hombre asesinó a otro frente a toda su familia porque ponía la cumbia muy alta. La misma hija del fallecido, adolescente, hablaba con frialdad del tema, como si la muerte hubiera perdido toda importancia.
4.
Creo que Empire State es uno de los mejores temas de Mercury Rev.
Hard as the kick in a young man's stride/I stabbed myself back into the night/One heel in front, one heel behind/Life in the Empire State...Angels and devils before my eyes/The palms of my hands hung by my side/Helpless I watched them destroy and divide/Life in the Empire State
Que bueno escucharlos. Que bueno ser esa clase de gente.
Aquellos momentos en los que uno es testigo involuntario de infinita belleza son tan preciados como curiosos. Preciados porque lo que a primera vista parece que estaba destinado a ser, en realidad no lo es, sino que tiene que ver con un número de circunstancias fuera de nuestro alcance. Por ejemplo, puede parecer que la emoción o impacto que produce una película en uno, tenga su origen en una acción totalmente voluntaria: ir a alquilar esa película, o elegirla antes de entrar al cine. Pero aquellas pocas veces en las que sentimos que ese sencillo acto nos revela una belleza abrumadora, son en realidad producto de una combinación de estados de ánimo y quizá algunos recuerdos que nos permiten hacer algún descubrimiento, casi como si la pieza de arte en cuestión nos hablara directa y únicamente a nosotros. La curiosidad de estos momentos radica en que pueden ocurrir en lugares horribles y/o en situaciones inesperadas, casi como si se destacaran por contraste.
Recientemente tuve uno de esos momentos, volviendo de un lugar horrible, en un colectivo lleno de gente que volvía cada uno de sus respectivos lugares horribles, con un humor algo melancólico y quizá un poco cansado. Como suele pasar últimamente, en mis auriculares empezó a sonar "Impossible Germany" de Wilco. Aunque ya la había escuchado miles de veces, esta vez noté algo distinto en las primeras notas de la canción. Había algo un poco más enigmático y misterioso detrás de ellas. Decidí escuchar lo que cantaría la voz, y comprendí que debía estar atento: una persona lejos en la distancia y en el tiempo iba a ofrecerme una impronunciable respuesta. Impossible Germany Unlikely Japan
Wherever you go Wherever you land
I'll say what this means to me I'll do what I can
Impossible Germany Unlikely Japan
The fundamental problem We all need to face
This is important But I know you're not listening Oh I know you're not listening
If this was still new to me I wouldn't understand
Impossible Germany Unlikely Japan
But this is what love is for To be out of place Gorgeous and alone Face to face
With no larger problems That need to be erased Nothing more important than to know Someone's listening Now I know You'll be listening
Empecé a notar que el sol de la tarde brillaba con la intensidad justa, estábamos en el mes del otoño y darme cuenta de eso me hizo recordar un par de cosas que había olvidado hacía sólo un par de días. Al bajar del colectivo la voz le dejaba su lugar a la guitarra. Discreta y solitaria, sonaba de forma tímida y pausada, casi como estaba caminando yo hacia mi casa. Al llegar a mi puerta ocurrió algo genial: esa guitarra ya no estaba sola, dos más se sumaban al unísono repitiendo una melodía hipnótica y consoladora, aunque en distintas octavas. Terminaron por fundirse las tres en un rasguido de acordes que explotó en mi cabeza y que acabó dejando aquellas primeras notas sonando nuevamente, abandonadas.
Subiendo las escaleras supe que había pasado algo maravilloso, pero no iba a intentar escuchar la canción otra vez ese día. Después de todo Japón era improbable. Algunas Alemanias, imposibles.