viernes, 28 de octubre de 2011

Música para casamientos


Hubo una época en la que miraba MTV y me dejaba impresionar por algunos de los videos que la cadena transmitía. Recuerdo que compre el primer disco de Oasis en el mismo momento en el que vi el clip de Shakermaker, o que conseguí Ok Computer tras haber contemplado con asombro el video de Paraonid Android. Podría repetir la misma anécdota con bandas como Beck o Blur, yo era un adolescente curioso viviendo en un pueblo desértico y cualquier imagen que combinara juventud y rebeldía me impresionaba. Los Cadillacs, por su parte, líderes junto a Soda Stereo de la señal latina de MTV, me parecieron siempre una banda mediocre, creada para musicalizar cumpleaños de 15, con una concepción de lo latino que rozaba el cliché. Sin embargo, una soleada tarde de 1997, vi con entusiasmo el video de El Muerto y comprendí que algo había cambiado, porque algo siempre cambia. La banda sonaba diferente, había nuevas búsquedas que se insinuaron en Rey Azúcar y que se plasmarían en su disco Fabulosos Calavera. Fui con ds a comprar el disco, en aquel momento estaba de moda editar en cajas de cartón, y estuvimos durante meses escuchando las complejas estructuras de las canciones, las letras elevadas de Vicentico, las baterías de Ricciardi, las guitarras anárquicas de Minimal. El disco rozaba la perfección. Este era el mismo grupo que había dicho con cinismo vamos a bailar, toda la noche, al ritmo de la banda, y que había hecho levantar a las señoras durante múltiples casamientos menemistas? La banda siguió por la senda correcta en el disco siguiente, La Marcha del Golazo Solitario, que le agrega menos distorsión y más jazz al sonido fabuloso. Y ese fue el fin.

Me fui estudiar a La Plata y estuve varios años sin cable. Cuando volví a sintonizar MTV ya no había música sino interminables reality shows. Descubrí también, gracias a Internet, que por fuera de MTV existía una enorme cantidad de música que era sistemáticamente ignorada por el canal: Mercury Rev, Pavement, Guided By Voces, etc. En el medio, los Cadillacs se separaron y comenzaron carreras solistas con diferente suerte. Vicentico es un crooner pasado de peso y lo que hace no reviste ningún interés, Flavio no encuentra su camino y su último disco roza lo vergonzoso, Rotman conoció la miel del éxito y el fracaso con Mimi Maura y Minimal siguió siendo el adorable fracasado que lucha con su guitarra contra un sistema que lo mata con la indiferencia. La reunión de la banda, producida en el 2009, no incluyo a Minimal, lo que explica en parte lo poco estimulante que fue todo el asunto.

El otro día fui a un casamiento y no pasaron ningún tema de los Cadillacs. Sonaba un reaggeton y yo me pregunte en silencio, sentado junto a los ancianos que miraban melancólicos la pista de baile mientras las luces rojas y verdes se movían sobre sus rostros macilentos, si era posible que un artista trabajara toda su vida para tener dos o tres anos de lucidez, lucidez que en ese momento ignoran y que luego añoraran o negaran para poder seguir existiendo. Un viejo tio tomaba un trago de vino en silencio, en sus ojos se proyectaba un vago pasado, y yo tuve ganas de preguntarle por que Macca pudo producir 100 canciones geniales a sus 20 años y luego ya no poder alcanzar ese nivel de inspiración. El viejo me sonrió como si hubiera escuchado la pregunta y luego poso la mirada en la posta de baile, en la que se imaginaria en su juventud, moviéndose don destreza, inconsciente por un momento del tiempo que no cesa y que lo había depositado con crueldad en esa silla junto a mí. Mi prima se acerco bailando y me arengo a que yo la siga. Negué con la cabeza y una sonrisa falsa y, mirando al viejo tío, recordé aquella línea de Al Amigo JV: no pude defenderte de la trampa del tiempo esta vez. Mi prima se lo llevo y lo perdi para siempre en un trencito.

JPS

Lista de temas

1. Nino Diamante

2. CJ

3. Al Amigo JV

4. Cebolla, el nadador

5. El genio del Dub

6. Piraña, todos los argentinos somos DT

7. Surfer Calavera

8. Strawberry Fields Forever

9. Howen

10. Ciego de Amor

11. Amnesia

12. El Baile de la Mar

13. ADRB (en busca eterna)


BAJAR

lunes, 17 de octubre de 2011

La historia como malentendido



La historia de la humanidad está basada en una serie de malentendidos; el problema de la interpretación es uno de los más viejos conflictos del hombre y desde que la lógica corporativa, privada o estatal, se ha encargado de interpretar por nosotros (a través de esos semi dioses mercenarios de la actualidad, los periodistas) el dilema se vuelve, para los hombres de bien, aun más complejo. La verdad puede olvidarse o refutarse en pocos segundos; por algún motivo, desmontar o contradecir una mentira puede llevar generaciones y generaciones, y aun así algo de ella quedara, en forma de sospecha, sobre la débil realidad.

Un pequeño ejemplo de esto podemos verlo en la carrera de la banda Pearl Jam. Adheridos por la prensa al fenómeno grunge de Seattle de principio de los 90’, el grupo salió perdiendo en la comparación con Nirvana y pareció sufrir en carne viva esta derrota. La lengua afilada de Kurt y su postura de rebelde contradictorio, acompañada por una pose que las hipsters (herederas clase media y consumista de las groupies de los sesenta) aun adoran, ha logrado por anos empanar la trayectoria ideológicamente más consistente de la banda de Eddie Vedder. El anónimo escritor de Wikipedia ha escrito con precisión: sus miembros siempre se han caracterizado por su rechazo a determinadas prácticas comunes en la industria musical, como por ejemplo la realización de vídeos promocionales; también es conocido su boicot a la empresa TicketMaster, que aumentaba el precio de las entradas a sus recitales. La revista Rolling Stone los describe como un grupo que "pasó la mayor parte de la década pasada destruyendo su propia fama". Nirvana fue un fenómeno y como tal nunca se lo analizo a fondo, en todo caso, el grupo está plagado de contradicciones que lamentablemente acabaron con el suicidio del propio Cobain. La respuesa de Eddie Vedder fue simple y poderosa: "vivir es la mejor venganza".

En principio cabe que decir que, si Nirvana fue una banda punk influenciada por bandas under como The Vaselines, Pixies o Meat Puppets, Pearl Jam encontró su inspiración en la resistencia americana de Neil Young, la épica de bandas como The Who, la sensibilidad universitaria de REM y el punk pop de los Ramones. Su música nada tiene que ver con la de Nirvana, hecho que poco importo a los gerentes de marketing y a los periodistas, tan dispuestos a emitir gacetillas sin sentido.

Como unos Wilco distorsionados, los Pearl Jam y su líder, Eddie Vedder, suenan como una voz americana y rebelde en un país dispuesto a adorar las caderas negras de Beyonce, las caderas latinas de Shakira y las caderas blancas de Britney. Explorando la historia folk de su país, rodeados de grandes figuras demócratas como Sean Penn o John Kerry, utlizando jeans y camisas a cuadros, bardeando de manera explícita a Bush y al ala republicana luego del 11-S, Pearl Jam ha erigido una carrera que pretende separarse de las etiquetas de la prensa, lo que le ha valido largas luchas y que los ha transformado, de alguna forma, en una suerte de La Renga estadounidense, apelando directamente a sus fans sin contar con la intermediación del periodismo o las discográficas.

Este compilado, realizado por mi bella novia a pedido mío, intenta acercar algo de la música del grupo al grupo de colaboradores y lectores de LSTM, seguramente alejados de su imaginario. Incluye algunas canciones sentimentales y existencialistas y otras que van del ruido a la furia en su versión faulkneriana. Espero lo disfruten.

Lista de Temas:

  1. I Am Mine
  2. Better Man
  3. World Wide Suicide
  4. Given To Fly
  5. Corduroy
  6. Black
  7. Oceans
  8. Daughter
  9. Come Back
  10. Alive
  11. No Way
  12. Low Light
  13. All Those Yesterdays

BAJAR

miércoles, 12 de octubre de 2011

El hombre que podia recordar vidas pasadas


Algunas lecturas recientes y un breve comentario para fomentar la curiosidad del lector.

Soldados de Salamina de Javier Cercas

Mi novia es abogada pero ha tomado la sabia decisión de estudiar Letras. Uno de los libros que la carrera da como lectura obligatoria en primer ano es Soldados De Salamina del escritor español Javier Cercas. El tema de la novela es la relación entre la ficción y la realidad, el arte y la historia; Borges trato el asunto con su genialidad habitual en Tema del traidor y el héroe, Ford hizo lo mismo en su opus amargo y conmovedor The Man Who Shot LIbery Valance. El argumento de la novela parece atractivo: durante la Guerra Civil Española, Sánchez Masas es un escritor mediocre que integra la falange, grupo fascista que apoyaría el gobierno de Franco. Capturado por la República es condenado a fusilamiento pero milagrosamente escapa de la ejecución y se esconde en un bosque. Un soldado anónimo y armado lo encuentra. Sin ninguna razón, luego de mirarlo a los ojos durante unos segundos, el extraño lo deja escapar. Sánchez Mazas utiliza el milagro de su libertad y de su vida para instalar una dictadura conservadora que sumiría a España en una larga noche católica y reaccionaria. Cercas, personaje de su propia novela, no encuentra el centro de la historia y no consigue en 200 páginas lo que Borges logra en 4. El autor da vueltas alrededor de la trama sin encontrar ese momento decisivo en el que el destino escribe la historia, en el que notamos su trazo grueso sobre la endeble realidad. Alguna vez el propio Borges definió a Citizen Kane como “un laberinto sin centro”, el dictamen parece perfecto para Soldados de Salamina. El autor, en su afán por escribir, fue construyendo ciegamente las paredes que lo alejaron, a él y a nosotros, del inasible centro.

2. Ciencias Morales de Martin Kohan

El periodismo se ha entrometido en cada pequeño detalle de nuestra vida. Sin fuerzas para establecer un debate profundo al respecto, cabe decir que, si antes los escritores se inspiraban en El Quijote, hoy parecen estar más influenciados por las sucesivas tapas de Clarín. Ciencias Morales no es el producto de un genio sino el laborioso resultado de un hombre que con dedicación encontró una estrategia narrativa adecuada para contar una realidad, una coyuntura determinada (en este caso, la Guerra de Malvinas y la dictadura militar argentina). El libro se centra en el Colegio Nacional de Buenos Aires, famosa cuna del liberalismo argentino. La actividad de la institución durante los años oscuros es un espejo de lo que sucede en un afuera que no llegamos a ver pero que intuimos en un fuera de campo literario. La trama está hecha con pocos elementos que van ganando en intensidad, un sistema de escritura que es recurrente en la literatura contemporánea. La novela es morosa y peca de alegórica; todo el sistema narrativo de Ciencias Morales está enfocado en demoler el sector liberal de la política argentina, sin contradicciones posibles; la idea-logia termina oprimiendo tanto a la historia como al personaje hasta volverlos meras figuras simbólicas, de cartón. Parece una locura, pero en ocasiones dan ganas de pedirle a los escritores contemporáneos que usen, por Dios, uno poco de imaginación. Después de leer algo tan políticamente correcto me dan ganas de comprar Mein Kampf y depurar un poco el alma.

3. El Americano Impasible de Graham Grenne

El personaje principal de El Americano Impasible es lo que podríamos llamar un héroe ético. Para las grandes potencias es necesario crear figuras éticas que rediman su vergonzosa política internacional, para naciones periféricas como la nuestra es necesario crear rebeldes que nos generen la ilusión de que las cosas pueden modificarse. Graham Greene nos sitúa en la guerra de guerrillas del Pacifico que desembocaría en Vietnam, Corea y el horror. El protagonista es un periodista que pasa por duro aunque, de manera algo obvia, es un hombre sensible que todavía logra impresionarse y perder su escudo de defensa cínico ante algunas trágicas imágenes de la guerra. Muchos elementos del libro no trascienden el cliché de las novelas de Hemingway y por momentos los personajes son meros títeres de las ideas profundas del autor. Debo decir, de todos modos, que a pesar de sus defectos hay algo simpático en el libro, quizás alguna frase deslizada al pasar por Greene, quizás el recuerdo que nunca tuve de una época en la que valía la pena discutir los temas importantes sin parecer un imbécil, quizás la lucha descarnada de un personaje que busca simplemente que alguien diga la verdad, concepto que hoy no vale nada y que es visto como una grosería, una falta de tacto.

4. El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde de R.L. Stevenson

La dualidad moral como tema es interesante y cabe decir que Stevenson se anticipo a Freud y a Jung en su indagación sobre la escisión de la psiquis humana. Sin embargo, lo que realmente cautiva en este relato y aquello que lo vuelve una obra maestra es su descripción de Londres y la captura de las pequeñas idiosincrasias inglesas; hay una exacta descripción de la manera británica de ver el mundo en conversaciones y opiniones que, sin alejarse de la trama, la enriquecen y le dan un marco sin el cual sería imposible imaginar lo sucedido. Dickens definió a la Londres victoriana como una hiriente ciudad negra, sin ningún tragaluz en la bóveda plomiza del cielo, y eso es exactamente lo que describe Stevenson, como si la verdadera causante de los problemas fuera la pesada neblina que oculta el cielo insular y no las personas atrapadas en ella. Hombres que se acompañan en largas caminatas para permanecer en silencio, farolas que brillan como perlas entre la densa neblina, juegos de ajedrez mudos junto al fuego de la chimenea, pipas que largan un humo espeso y un monstruo interior que parece luchar por destruir la armonía y liberar el impulso destructivo que todos llevan dentro.

5. La Villa de Cesar Aira

Aira es el opuesto necesario de Vargas Llosa; Aira no ve a la literatura como un objeto de museo sino como un continuo vital e interminable que prescinde de las obras maestras y solo tiene la ciega obligación de avanzar hacia adelante. Muchas veces se ha criticado la débil resolución de sus novelas, o la aparición de personajes que súbitamente acaban con la narración, pero esto no es más que una postura literaria, una ética (y una estética) a la que el autor es rigurosamente fiel. Aira trabaja dentro los límites de su famoso procedimiento: empezar una página justo donde quedo la anterior, sin revisar o pensar en una estructura global. Esto lleva a muchos de sus libros al delirio pero también al corazón exacto de una idea. Creo que cualquier novela de Aira es capaz de despertar las más diversas opiniones pero ninguna de ellas deja de sentirse como un objeto vivo, y que esto parece sintonizar a la perfección con el mundo y con la etapa de la literatura que estamos viviendo. Dijo alguna vez un crítico: Produce artefactos literarios que conocemos como “novelitas de Aira”. No son novelas, no son cuentos, no son ensayos, no son poesías, y son todo eso al mismo tiempo. Un privilegio para el lector, simplemente. La Villa es una novelita de Aira sobre un chico de clase media, musculoso y bonachón, que un día decide ayudar a los cartoneros llevando sus carros llenos de basura hasta la villa. Los dos primeros capítulos son extraordinarios y parecen llegar al corazón mismo de una época, luego el libro se deshace en una trama que se reconoce como una farsa y que se lee con liviandad, como el resumen de un mal guionista sobre una película que quiere filmar pero para la que no consigue presupuesto. A la larga todo buen escritor de esta época, desde Borges hasta Aira, no hace más que sabotear la literatura y en ese sabotaje garantizar su existencia.

JPS

sábado, 8 de octubre de 2011

Recuerdos del futuro



El año que viene, Yankee Hotel Foxtrot va a cumplir diez años. Es curioso, ya pasó una década y el disco suena tan adelantado que parece que aún no hubiera sido hecho. La otra vez hablábamos con JPS que, de manera objetiva, hay relativamente pocos álbumes que tengan la totalidad de sus temas al mismo nivel. Por supuesto, los mejores discos tienen un concepto, son consecuencia directa de sus circunstancias, presentan una producción que, en su conjunto, expresa una visión del mundo; pero hay otros que, también -como si acaso no bastara con eso-, exhiben una lista inapelable, que va directo a ese lugar de la historia al que vamos a recurrir una y otra vez a lo largo de nuestras vidas. Este es el caso.

Pasaron diez años, decía, y el disco no pierde un ápice de complejidad. Es difícil repetir la historia –sino imposible-, y afortunadamente el artista no se propone hacerlo. Esto pasó y así va a ser. Wilco no se planteó nunca más hacer algo semejante. Sus siguientes discos son notables, parejos, sólidos. La "experiencia Yankee", no obstante, fue su propia revolución; el tipo de revolució
n que hoy se puede hacer en este mundo ganado por la tecnocracia.

Ya desde su inicio, el disco propone otra manera de acercamiento a la música. Voy a ser autorreferencial: recuerdo la primera vez que escuché I’m trying to break your heart. Fue en el intermedio de un ensayo. Estaban ds, JPS y bz. Todavía no había llegado MN, uno de los tipos más fanáticos de Wilco que conozco. La introducción de la batería me pareció directamente una nueva concepción en la forma de ejecutar el instrumento. Sin embargo, nada fue inmediato. Pasarían años hasta que Wilco se convirtiera en la banda de sonido de la recta hacia los 30 años.

El primer tema viene del caos, y hacia el caos va. Todo el disco es así. JPS ya ha hablado del contexto de esta obra, así que me concentraré en lo musical. La movilidad de la batería desarma permanentemente la canción, que se sobrepone a cada rato a puro rasguido en tres acordes. Mi hermano, bz, lo señaló: Glenn Kotche -que se incorporó a la banda a partir de este disco- elabora melodías con el instrumento. A la vez, hay pianos, percusión, timbres y la atmósfera entrañable que el fallecido Bennet le imprimía a todos los temas.

Las canciones surgen de un tormento, terminan en otro. Tweedy canta sin pretensiones, recita, grita por momentos, se abandona, deja que el caos lo gane todo. Detrás, las bases rítmicas ubican a los temas en la mejor tradición folk sin descuidar el costado indie, más a cargo de Bennet. Así suenan, por ejemplo, Kamera y la perpetua War on war.

El mejor momento del disco me parece, hoy, Ashes of American Flags. El documental del mismo nombre acentúa su potencia melancólica, sus vaivenes, con un Tweedy entre Bob Dylan y Neil Young entonando versos inefables del tipo I wonder why we listen to poets when nobody gives a fuck. El sueño americano pasado por una trituradora.

Esa atmósfera, los acoples y los sutiles arreglos de percusión son la identidad del tema y del Wilco de 2002, el mismo Wilco al que la discográfica le rechazó el disco un año antes por no contar con ningún tema capaz de editarse como sencillo. Incluso rebajando la discusión a ese plano, el dictamen empresarial fue lo suficientemente inepto como para no comprender que allí había muchas obras capaces de presentarse en sociedad, como Heavy Metal Drummer, Jesus, Etc. o hasta Kamera ó War on War. El mundo se estaba yendo al tacho, a Wilco le rechazaban el disco.

Las composiciones de Bennet -con Pot Kettle Black como símbolo- fueron fundamentales para forjar la identidad musical de la banda, que hoy presenta su mejor formación, con un Tweedy que parece absorberlo todo. En aquellos años, el productor y multi-instrumentista generó en las canciones el desorden que la banda necesitaba para sobrevivir y abrirse del camino del rock tradicional norteamericano de segunda mitad de los ’90. “Hay tristeza en lo que hacemos, la sensación de que todo, en cualquier momento, puede arruinarse”, dijo Tweedy en una entrevista reciente. Es más o menos eso.

Hoy, escuchar a Wilco en vivo es comprobar que sus temas suenan mejor que en los discos. Sus versiones son irremplazables, arrolladoras, adictivas. Esa es una inversión de la que pueden enorgullecerse. Además de haberse adelantado por una década a su propia obra: Yankee Hotel Foxtrot estará saliendo de un momento a otro.



EM.