lunes, 1 de agosto de 2022
A propósito de Steve Lazy
martes, 20 de febrero de 2018
El joven genio Steve Lacy
miércoles, 14 de febrero de 2018
La banda sonora de Black Panther es el mejor disco del 2018 (hasta ahora)
lunes, 12 de febrero de 2018
REJJIE SNOW - MON AMOUR
miércoles, 26 de diciembre de 2012
Alexander "Skip" Spence - Cripple Creek
El otro día, en vísperas de Navidad, se armó una discusión familiar bastante entretenida. El dilema era: ¿está bien que Tinelli ponga a bailar síndromes de down en su programa? Mi viejo opinaba que sí, porque sensibiliza a la gente y muestra una parte de la sociedad que no es perfecta. Mis hermanos objetaban que Tinelli lo hace sólo porque es negocio, ya que el morbo significa dinero. Yo me entretenía escuchando, pensando que las dos posturas deben se correctas, y sólo me limité a decir que no hay que ver Tinelli, no hay que hablar siquiera de lo que pasan en la tele. El mejor remedio es ignorarla, pretender que no existe.
Y creo seriamente en ello. No hay que hablar de lo que no sirve. Porque se pierde el tiempo para hablar de cosas más importantes, como de Skip Spence, por ejemplo.
Skip Spence era Canadiense.
Siempre que pienso en Canadá (país que nunca visité) llego a la misma conclusión: debe ser muy aburrido vivir en un lugar donde los gobiernos son estables, la economía es estable, la tasa de homicidios es estable. Basta recordar que su período revolucionario se llamó "La Revolucion Tranquila". No hay caos, no hay depresión, no hay resentimientos de clases sociales en conflicto. Vas por la calle y cruzás por la senda peatonal. Los tacheros no inventan tarifas. Todos tiran sus papeles en el cesto y pagan sus impuestos por internet. La sociedad ideal. Algo horrendo tienen que esconder.
Skip Spence era canadiense, aunque de Otario, esa ciudad que queda justo frente a Detroit (Michael Moore la recorre en Bowling for Columbine). Es un pueblo tranquilo, donde todos dejan la puerta sin candado por la noche. Y justo del otro lado del río tienen una de las ciudades más violentas y culturalmente ricas de los Estados Unidos; dos ideales del mundo contrapuestos, a 2 kilómetros de distancia. De allí viene Spence, y no es casualidad que hasta su muerte haya llevado esa sensación de vivir al límite.
Cuando era adolescente, finalmente se mudó con su familia a los Estados Unidos, y aquel choque cultural iba a ser determinante en la vida del joven Skip.Así que para soportar esa angustia dentro suyo aplicó la tipica receta de los jóvenes en los años sesenta: el abuso de las bondades del ácido lisérgico. Fue entonces cuando empezó a tocar profesionalmente, primero con Jefferson Airplane, luego con Moby Grape. Pero no vamos a extendernos sobre estas dos bandas. Lo que nos interesa en este articulo es indagar la historia de vida del compositor de "Oar".
Desde temprano se dieron cuenta que el pibe iba para mal. Porque su problema no eran las drogas, sino el efecto que éstas tenían en el. Se ponía violento, se creía el anticristo y hasta cambiaba de vestimenta. Su anécdota mas conocida se remite a una gira en New York, en la que Spence tomó un poco de ácido y al cabo de un rato pasó de ser un huraño barbudo e impasible a un completo demente. Se apareció con una campera de cuero sobre el torso desnudo, bañado en sudor frio, derribando puertas y amenazando de muerte a todos con un hacha. "Había gente ahí que tomaba drogas mas duras y llevaba un estilo de vida mas duro, y cosas raras. Así que Skip voló con ellos", relató su compañero de banda Jerry Miller.
Skip solía decir que aquellas largas jornadas de locura para él eran la cordura deseada. Entonces se encerraba en su habitación con un grabador y componía una música tan lejana, etérea y triste como Canadá. El disco se llamo "Oar", y fue el único que grabó Spence como solista.
Después se volvió loco en serio, como les pasa a todos los que abusan de la pepa. Dejó de prestar atención, de importarle, de sentir empatía. Dejó de hablar con la gente, algunos viejos amigos aun sentían el compromiso de llamar cada cumpleaños. Pero ya no era el mismo, sino el fantasma de lo que alguna vez pareció ser. Varios años después se murió, y poco importó: su muerte artística fue mucho más trágica que su muerte biológica.
Algunos culparon a las drogas, otros -mas responsables- culparon a Canadá, a la tristeza de poseer una mirada artística en un país donde no hay lugar para la reflexión, para el desasosiego, el caos, el horror.
"Hay que culpar a la ciudad", canta JPS, llenando el cuarto de inspiración.
Les dejo este gran tema.
lunes, 2 de abril de 2012
El presente del pasado
Hace un tiempo mi hermano DS subió a este blog un hermoso compilado de Stephen Malkmus, mi héroe musical, definición cursi que sin embargo traza de manera precisa mi visión sobre lo que es y lo que debería ser el rock. Ni tan borracho como Robert Pollard, ni tan imbécil como Liam Gallagher, ni tan autodestructivo como Kurt Cobain, ni tan afectado como Jarvis Cocker, el bueno de Malkmus es la quintaesencia del talento de clase media, con esa dosis de cinismo y genio intelectual que se trasluce en su mirada y en su tendencia a diluirse en la masa de músicos de la que de todos modos resalta por su extraordinaria sensibilidad moderna. Malkmus es la clase de artista que nunca está de moda pero cuya obra permanece incólume a través de los anos. Si Nevermind atrasa, discos como Wowee Zowee todavía no se hicieron.
Vuelvo al asunto del compilado ya que, hace algunos días, los siempre fanáticos BZ y MN descubrieron la bella No One Is (As I Are Be), perteneciente al último disco de Malkmus, Mirror Traffic, producido por el señor Beck Hansen. El tema, claro, fue incluido en el compilado de DS pero yo lo había pasado de largo, enfrascado quizás en la obra solista de Harrison, atareado quizás ante la triple competencia que enfrenta Boca este semestre. Estos últimos días, sin embargo, estuve disfrutando de esta hermosa cancion, de su letra y su video. El tema es la adultez, el paso del tiempo. Malkmus le canta a alguien a quien ya no quiere, quizas el mismo, y recuerda su pasado como si se tratara de un sueño ajeno y confuso. Con un rasgueo folkie va recitando algunas frases de enorme belleza:
Por desgracia, ninguno de nosotros va a salir a salvo de la interminable vida nocturna que hemos compartido. Ni siquiera puedo hacer una flexión de brazo, las flexiones de brazo son tan burguesas. Estoy ocupado pasando el rato y gastando su dinero. ¿Qué significa? Quiero estar allí.
El Malkmus cuarentón habla de aquel joven que toco en Pavement como un tercero, un desgarbado indie de Stockton a quien le esta gastando su dinero, en un acto de extranamiento asombroso y conmovedor. Luego se hace una pausa musical y comienza la segunda parte. El video muestra la subjetiva de unos niños jugando con una pelota. Aparece Stephen como un padre devoto y cool junto a su mujer. Sus amigos ya no son adolescentes sino hombres con barrigas y barba. Se narra poeticamente esa lenta transformacion de Hijo a Padre, momento en el que se cifra el misterio de la vida. Una sección de viento llega para crear ese viaje hacia el hoy y la canción se vuelve inmensa porque la nostalgia es inevitable. Un teclado y un piano funcionan como una caja musical que acaba de abrirse y que no trae recuerdos sino imágenes de un presente encantador y misterioso. Suenan a lo lejos unas armónicas desafinadas que seguramente sugirió Beck. Todo es demasiado bueno.
De la foto inicial a este video ha pasado tiempo, esa sustancia de la que estamos hechos. Gracias SM, gracias por tanta magia.
JPS
jueves, 8 de marzo de 2012
Lou
No creo que haya una carrera solista mas prolongada en el tiempo y, a su vez, mas hermosa que la del viejo Lou. Prometo extenderme sobre este punto en un futuro post.