A modo de anuario, repitiendo lo hecho en el 2009, posteare las 10 canciones que me han acompañado durante estos doce meses, y extiendo este resumen a todos los integrantes del staff de LSTM, con quienes hemos desperdiciado demasiado tiempo escuchando canciones pop.
El cierre de un año es un hecho simbólico al que me agrada aferrarme. Navidad y Año Nuevo son geniales en su sensación agridulce; no me refiero a la idiotez consumista que invade los televisores sino a ese momento antes del brindis en los que uno se da cuenta que otro año ha pasado y que la vida es un regalo para compartir con los seres queridos que dura poco. Luego, doce y cinco, esa sensación efímera desaparece y vuelven los individuos y sus egos a colocarse por encima de la comunidad, pero vale la pena esperar doce meses para percibir algo así de bello.
Las neurosis de las personas de clase media son de lo más complejas y divertidas. Supongo que nadie se siente del todo identificado con su trabajo y que por eso eleva la cultura y su fetichismo a límites insospechados de relevancia. Supongo que todo el mundo ha visto demasiadas ofertas de vidas posibles por televisión y que, por eso, a la mayoría le cuesta decidirse por una existencia sin pensar que sería más feliz haciendo exactamente lo opuesto. He escuchado a personas viviendo de fiesta en Europa quejándose por la falta de sentido de sus vidas, como si no pudieran dejar las vacaciones de un momento a otro, como si incluso vacacionar fuera una cárcel con las puertas abiertas. Los hombres crean en Internet estúpidos avatares de sí mismos, seres virtuales que cuentan con un espacio de libertad ficticia mucho más grande que la libertad ficticia del mundo real. Todo parece ser una lucha de egos, incluso en los matrimonios o en las parejas o en las familias, incluso en el escalón final de la vida privada. En este contexto, sin embargo, los hombres me parecen más víctimas que responsables de sus pequeños vicios egocéntricos y sus “Carla Pérez tiene una relación complicada” en FBK. El campo de acción de un hombre, que no vive en contacto con lo natural sino con lo simbólico, es cada vez más estrecho, y por error o por impotencia cree que agregando mas símbolos a la realidad podrá trascender de alguna forma.
Leyendo los informes secretos del FBI revelados recientemente por Wikileaks (que no trascienden la categoría de chisme o rumor) comprendo que incluso los gobiernos son apenas una maquinaria destinada a crear un orden simbólico sobre una realidad que no comprende (sino vean ejemplos). Todo se reduce a la lucha por institucionalizar un relato, mientras el dinero se mueve por su cuenta, separado de lo político, de acuerdo a los caprichosos vaivenes de la economía mundial y el precio del petróleo. Si en Abu Dabi se construyen edificios fastuosos destinados a lavar una inimaginable cantidad de dinero sucio, acá nos ponemos contentos con darle 50 dólares mensuales a un chico para que no muera de hambre y sea solo pobre, en un acto que podríamos calificar de institucionalización de la limosna. No es que esté en contra de la Asignación Universal por Hijo, sino que produce cierto terror la distancia entre los 14 estadios que va a construir Qatar con las rentas no declaradas del petróleo y los 200 pesos que recibe una familia para su mera subsistencia.
En esta situación de desequilibrio generalizado, mantener el equilibrio emocional es una tarea titánica para un individuo. En eso estamos todos.
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