sábado, 11 de junio de 2011

El Compilador en el Centeno (Segunda Parte)



Mi hermano, bz, me pasó esto.


Le metí un mail en la bandeja de entrada al Escritor Maldito. Uno en el que le pedía que me patrocinara un compilado personal en su blog. Esa misma tarde respondió que sí, pero estableció algunas condiciones. Le prometí que las cumpliría, y de ahí en más me aboqué a escuchar la última banda SUB-25 que consiguió hacerse con el cobijo del mainstream de la industria musical.

Nuestra generación, la mía y la de los Artic Monkeys, sucumbió ante el antojo de las estrellas fugaces de las redes sociales, y se dedicó a seguirlas y cortejarlas. Con esmero, depositamos el devenir de los días en sus manos, convirtiéndolas en directoras de nuestros destinos. Es decir, ellas deciden si nos las vamos a coger o no.

Aún así, este SUB-25 mundial, a diferencia del oprobioso intento del Checho Batista, ha dado algunos buenos resultados. Y esta banda es un ejemplo de tal suceso.

Dejemos algo en claro: sus canciones son malas. Y esto es un hecho. Creo que, principalmente, por sus beats rítmicos, que no escapan a la principal divisa que se utiliza en el mercado amoroso juvenil: la histeria. Beats histéricos, a contratiempo, repletos de platillos, sin homogeneidad… en una sola palabra, descriteriados.

Pero todo hombre es un descubridor, dice Borges en el prólogo de ese negocio pergeñado por Kodama llamado Atlas (que compré), y es por ese afán innato de descubrir que me empeñé en buscar gemas (canciones) que podrían haber escapado a la virulencia de Matt Helders, el responsable del fracaso musical de la banda. En fin, las encontré.

Son diez nada más, pero muy buenas todas, con guitarras que se funden con las melodías, y baterías que (en buena hora) acompañan la métrica sincopada del cantante.

Puedo entender que el hecho de que se cuenten con dos manos las buenas canciones (y no hay ni una más, exceptuando los cortes de difusión) en una discografía de casi 40, no represente ningún mérito. Pero cuando entre ellas encontramos baladas a lo Wilco como Riot Van, o hits instantáneos como Fluorescent Adolescent, o episodios kraut como 505, la cosa cambia. El mérito reside entonces en quien las compila, y las vigila entre el centeno.





bz. (ECEC)

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