Cuando uno escucha durante un tiempo a los Stones, llega a la conclusión de que probablemente sea la banda más grande de todos los tiempos. La calidad de su música sigue siendo extraordinaria, y para disfrutarla quizças habría que olvidar la imagen algo patética de Jagger en estos tiempos, cerrar los ojos y disfrutar de su deliciosa forma de cantar, con una voz ubicada en algún lugar entre Van Morrison y Ottis Redding. Inlcuso los hits más incinerados por las series de Sony como Fool to Cry me siguen pareciendo geniales. Como decía EM en uno de sus posteos, "hay algo ahí que todavía funciona".
Sus discos de los sesenta son todos geniales. 12x5, Between the Buttons, Aftermath, con un sonido que trasciende el cliche de lo sixtie, con algo de sexualidad contenida, con cierto gusto a quiebre generacional, con Richards ampliando la forma en la que guitarra de rock puede y debe ser tocada. Después llegaría la seguidilla de obras maestras más increíble que haya producido la música pop, sólo comparable a la inspiración beatle entre Rubber Soul y el disco blanco. Beggars Banquet, Let it Bleed, Sticky Fingers y Exile on Main Street, todos discos monumentales que coronaron a los Stones como los reyes de la decadencia, la misma que se llevaba el sueño hippie por el excusado.
Es probable que el último disco valioso de los Stones sea Some Girls, ya con el inexplicable Ron Wood en la formación estable. El resto es un largo epílogo de más de 30 años donde el negocio está en primer lugar, donde la banda no fue más presente sino pasado, nostalgia, un espectáculo de museo.
Como todo artista trascendente, el legado de los Stones no es identificable porque está en todos lados, es una presencia que, tanto musical como estéticamente, se encuentra adherido en cada ladrillo del endeble muro de la cultura pop. El otro día escuchaba Crooked Rain y pensaba que la forma de tocar la guitarra de Malkmus le debe mucho a Richards.
Comencé a escribir este posteo con la idea de reivindicar a Charlie Watts. Este blog se ha encargado, con justicia, de resaltar la obra del señor Richard Starkey y me gustaría sumar al silencioso señor Watts a este suerte de defensa del siempre relegado rol del baterista. Charlie tiene una forma más bien económica de tocar la batería y lo que destaca es su timing, su swing, su capacidad para hacer que el bombo y el redoblante se tensionen y exploten en el momento indicado. Su estilo es casi zen y parece mentira que de su batería parta la base rítmica de una banda que llena estadios.
Les dejo uno de esos temas asquerosamente famosos de los Stones, Miss You, para que escuchen lo que hace Charlie, sin olvidar el bajo dance de ese flemático sujeto inglés, Mr. Bill Wyman, que en el inicio sorprende con unas notas agudas que deben haber espantado a su madre en alguna de esas eternas casas inglesas.
JPS
Sus discos de los sesenta son todos geniales. 12x5, Between the Buttons, Aftermath, con un sonido que trasciende el cliche de lo sixtie, con algo de sexualidad contenida, con cierto gusto a quiebre generacional, con Richards ampliando la forma en la que guitarra de rock puede y debe ser tocada. Después llegaría la seguidilla de obras maestras más increíble que haya producido la música pop, sólo comparable a la inspiración beatle entre Rubber Soul y el disco blanco. Beggars Banquet, Let it Bleed, Sticky Fingers y Exile on Main Street, todos discos monumentales que coronaron a los Stones como los reyes de la decadencia, la misma que se llevaba el sueño hippie por el excusado.
Es probable que el último disco valioso de los Stones sea Some Girls, ya con el inexplicable Ron Wood en la formación estable. El resto es un largo epílogo de más de 30 años donde el negocio está en primer lugar, donde la banda no fue más presente sino pasado, nostalgia, un espectáculo de museo.
Como todo artista trascendente, el legado de los Stones no es identificable porque está en todos lados, es una presencia que, tanto musical como estéticamente, se encuentra adherido en cada ladrillo del endeble muro de la cultura pop. El otro día escuchaba Crooked Rain y pensaba que la forma de tocar la guitarra de Malkmus le debe mucho a Richards.
Comencé a escribir este posteo con la idea de reivindicar a Charlie Watts. Este blog se ha encargado, con justicia, de resaltar la obra del señor Richard Starkey y me gustaría sumar al silencioso señor Watts a este suerte de defensa del siempre relegado rol del baterista. Charlie tiene una forma más bien económica de tocar la batería y lo que destaca es su timing, su swing, su capacidad para hacer que el bombo y el redoblante se tensionen y exploten en el momento indicado. Su estilo es casi zen y parece mentira que de su batería parta la base rítmica de una banda que llena estadios.
Les dejo uno de esos temas asquerosamente famosos de los Stones, Miss You, para que escuchen lo que hace Charlie, sin olvidar el bajo dance de ese flemático sujeto inglés, Mr. Bill Wyman, que en el inicio sorprende con unas notas agudas que deben haber espantado a su madre en alguna de esas eternas casas inglesas.
JPS
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