NK
Estaba durmiendo y T me despertó para decirme que NK había muerto. No le creí y como ella salió de la habitación sin decir una palabra supuse que estaba soñando. Luego de unos momentos que no puedo mesurar (quizás fueron minutos, quizás horas) sonó el celular. Tenía 3 mensajes. Uno era de CM: Murió Néstor Kirchner. Sacudi la cabeza y comencé a entrar en la realidad, casi a los empujones. El siguiente mensaje era de EM: Estoy devastado. Me levante tironeado por las circunstancias y salí de la habitación. El departamento estaba vacío. El tercer mensaje era de MM: Se murió el último de los caudillos. Fui hasta el balcón y nada se movía en la calle. Ya estaba despierto pero puedo jurar que nada se pareció más a un sueño que aquel mediodía estático.
Ya no podemos tener héroes inmaculados, no por la calidad moral de las personas sino porque hoy cada puta parte de su vida es expuesta, analizada, vilipendiada y elogiada sin reparos. Este trabajo obsceno y microscópico sobre la moral destruye cualquier mito. Aun así, Alfonsín y luego Kirchner colmaron las calles con personas que sin compromisos fueron a despedir a una figura que les genero algún respeto. Es cierto que la muerte genera una extraña fascinación, pero también es cierto que nadie fue al velorio de Massera. La masiva despedida a NK se dio porque este sujeto de aire looser logro entrar en el corazón de un sector de la clase media que 10 años antes estaba en silencio, disfrutando las mieles del menemismo al igual que él; NK era, de alguna manera, uno de ellos. El fracaso del neoliberalismo renovó la región y a Argentina le toco en suerte este ignoto sureño que representaba a un tipo de empresario distinto, alejado de la ostentación porteña, acostumbrado a pasearse por pueblos en los que todos conocen su nombre, exactamente lo que el bonaerense promedio estaba necesitando para lavar sus culpas dolarizadas. Es ridículo pedirle a NK un pasado impoluto, no lo tiene. Como diría Bobby de Niro en Casino: you have a past, i have a past, and your past is not better than mine.
Néstor llegó a la presidencia sin plataforma partidaria y, necesitado de un elemento de poder que le otorgue gobernabilidad, se asoció con Moyano. Quizás ésta sea su peor herencia: no habrá futuro presidente que no deba negociar con una mafia corporativa que tiene que ver menos con la defensa de los derechos del trabajador que con el mantenimiento de una enorme empresa que bajo la máscara de logros obreros no hace más que efectuar millonarias inversiones turísticas y sanitarias cuyos principales clientes son, justamente, los trabajadores.
Y creo que aquí llegamos al punto central del kirchnerismo, a su más trascendental debate interno: o se abre a todas las ramas del progresismo o termina devorado por los carroñeros del viejo peronismo. Las medidas unánimemente apoyadas (matrimonio igualitario, ley de medios, nacionalización de las jubilaciones) parecen llevar la cuestión en una dirección, pero ciertas muertes recientes y el discurso paranoico de fin de año (todo es un complot de Duhalde) indican lo contrario. Kirchner tuvo la chance de liquidar para siempre al peronismo, llevarlo en otra dirección; por culpas propias o ajenas no pudo.
El concepto central del llamado modelo es la distribución del ingreso, idea que en principio puede ser válida (Kirchner agarró el país en pésimas condiciones financieras) pero que a largo plazo es peligrosa y genera desajustes económicos. No interesa una gestión que tome la lógica Peter Pan y reparta dinero a los pobres institucionalizando la limosna, interesa un gobierno que genere empleo, iniciativas, emprendimientos. Esto se ha logrado sólo a medias. Como alguien que apoya a su gestión, creo que es válido reclamarle mucho más. Este reclamo se basa en la necesidad de inversiones, en el paulatino alejamiento del estado en los ingresos de sus ciudadanos (el estado no debe pagar, debe fiscalizar que las empresas paguen). Ya no existe más esta idea de “salir del pozo” (apoyada en la mayor renta sojera de la historia), ahora deben dejarse los parches y dar soluciones a una juventud que no puede expresar todo su potencial y a la federalización de un país que tiende a cerrarse y abrirse en Buenos Aires. Deben llegar inversores que fomenten la competencia y el crecimiento. Hay que evitar el riesgo de caer en la burocracia y la repetición de una historia que ya conocemos.
Por otro lado, la oposición y la gente que representa parecen ahogados en su propio odio de clase. Salvo algunos casos lucidos (Sarlo, Lanata, Caparros) los representantes de la derecha disfrazada de republicanismo no logran articular un discurso que sirva para debatir con el kirchnerismo. Lo que les pasa, peligrosamente, es que padecen una peligrosa ignorancia y una visión estrecha de lo que es y debe ser Argentina. Quizás olvidan que sus abuelos vinieron a este país vilipendiados por los criollos nativos que los acusaban de negros de mierda. Hoy utilizan esos términos para criticar a la nueva inmigración que, si es ignorante y bruta, es por la falta de contención y control de un estado que ha estado en stand by durante años (los Kirchner son parte del problema en este punto).De todas maneras, el giro a la derecha de un sector de la clase media, trabajador y estudioso , compuesto por profesionales y pequeños emprendedores, es entendible. De 10 mil pesos que ganan, el estado se lleva 3500, dinero que no se ve en la calle sino en el mantenimiento de un sistema electoral basado en el subsidio. Hay elementos que provocan gran irritación: la calle como escenario político de cualquier sector que reclama dinero al estado, la inseguridad que no es la de Clarín pero que existe. A la clase media le molesta la ausencia de Estado.
Este puede y pudo haber sido un mejor gobierno, seguro, los Kirchner están llenos de inflación y de licuación de salarios y de 6,7,8 y de patota gremial, pero quien puede negar que su gestión no ha sido, al menos, necesaria. Para ser valioso el kirchnerismo debe abrirse a todas las ramas del progresismo y alejarse del peronismo. Los recientes asesinatos de Ferreyra y de los tobas de Formosa (fogoneados por el gobernador feudal K Insfran) me llevan a repetir las palabras de Oscar Cuervo a propósito del crimen de Ferreyra:
Si el asesinato tiene, además de una resolución judicial con sus ejecutores presos, un corte político que marque el comienzo del fin del sindicalismo patotero (una rémora de los sectores más reaccionarios que siempre anidaron en el peronismo), entonces el kirchnerismo se habrá parido como un movimiento popular digno de ese nombre; si el gobierno queda enredado en la confusión de estas alianzas non sanctas, entonces no habrá podido escapar del destino autodestructivo que ensombreció la historia peronista.
2 comentarios:
Qué gracioso que haya enviado ese mensaje. Pero estaba bien: era una muerte.
Buen análisis.
Saludos,
EM.
es del 2009 ese disco...
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