Los Vancouvers, banda española de comienzos de los 90, pasaron por cuatro sellos a lo largo de su breve carrera. Los 4 sellos quebraron. Si existe algo parecido a una maldición, ellos son los que más se acercan a haberla padecido. Pero, de todos modos, su estrepitoso fracaso comercial no ha logrado opacar el brillo de sus cuatro discos, brillo que crece cada día al punto que yo, casi 20 años después y del otro lado del océano, estoy aquí para hablar de ellos y compilar algunas de sus mejores canciones, bajo la orwelliana mirada de ds.
Quizás el lector crea que este es un nuevo intento snob de blogger de departamento para diferenciarse del resto y encontrar LA banda que nadie conoce, como una especie de masturbación mental. Nada más alejado de eso. El snobismo es el momento exacto en el que la curiosidad se transforma en fetichismo. Los Vancouvers son realmente una banda sensacional, injustamente ninguneada, y como el apóstol que vivió y luego soñó la historia de Cristo vengo aquí a rescatar del olvido a este grupo garagero que, en un mundo menos injusto, debería atropellar a Daddy Yankee a bordo de un Bentley.
La información sobre su carrera es muy escasa. Se sabe que su cantante era Marta Romero, y que todas sus letras son en inglés. La música suena primitiva y moderna, como si los Kingsmen se trasladaran en el tiempo y pudieran escuchar a Pavement o Yo La Tengo. Marta suena como un hombre, pero es mucho más linda de lo que imaginaba.
Fanáticos de los Beatles y de Big Star, Juan Santaner es el guitarrista y quien convenció a Alex Chilton de que produjera su primer trabajo, No Particular Place (1990). Vale aclarar que NPP es un clásico instantáneo y que What I´m Wearing es la mejor canción de primer disco de todos los tiempos, una gema agresiva y poderosa que de haber sido compuesta por los White Stripes ya habría sido arruinada como cortina musical de un programa de Graña.
A pesar de que la crítica española los bancó, el grupo no logró vender nada en parte porque su discográfica, Polar, se fundió dejando al grupo sin promoción. Ellos, de todos modos, siguieron intentándolo y lanzaron su segundo disco, Quintaessencial (1992), con la discográfica Mondo. El disco sigue la línea del primero, directo y melódico, con un sonido cavernoso y punk a la manera de los Stooges.
Claro que Mondo también se evapora y los Vancouvers quedan sin sello por segunda vez. Un periodista consulta a Martha por esta mala suerte.
Es falso que los Vancouvers seamos una banda maldita. Quiero pensar que la gente dice: '¡coño, un grupo que potencialmente podría vender muchos discos, es una pena que no los venda! Supongo que se deben referir a eso, porque hacemos una música muy directa que puede llegar muy bien a la gente: canciones sencillas, pop, que podrían tener más repercusión. Pero, vamos, yo creo que hemos tenido una suerte increíble. Muchos ya se darían con un canto en los dientes con lo que tenemos nosotros. Tenemos fans fieles... la crítica nos trata bien... ¿qué más queremos?
Cansados de su mala suerte, se asocian a ella abriendo su propia discográfica, Mojave. Así lanzan sus últimos dos discos, Assorted Cookies (1994) y Up to You (1996). Estos discos tienen algunas canciones muy buenas, pero su sonido no ha envejecido bien ya que el grupo compró el canapé del grunge y le erró fiero al bochín. Las guitarras sucias y los bajos a lo Novoselic suenan anacrónicos, como escuchar un disco de Veruca Salt o ver un vídeo de la banda de Courtney Love y preguntarse en qué estaban pensando los programadores de Mtv.
Las cosas no mejoran comercialmente en lo absoluto, la prensa española parece incapaz de comprenderlos y sólo espera que por fin despeguen. Juan y Marta eran pareja y cuando ésta se rompe la banda se separa definitivamente. Así acaba la breve historia de este grupo, y aquí comienza la mía, mucho menos importante pero igual de digna. Este compilado se llamará Combatiendo al Impostor y será la primera de mis muchas batallas contra el olvido de algunas buenas bandas que se retiraron de la industria sin millones y sin haberse acostado con una sola groupie.
El dictamen que encabeza este posteo es de Borges, que además cita estos versos de Almafuerte
La meta es el olvido / yo he llegado antes
La idea de que la meta del hombre es el fracaso. El que fracasa llega antes que los otros, que se demorarán un tiempo. Pero todos serán olvidados.
Quizás el lector crea que este es un nuevo intento snob de blogger de departamento para diferenciarse del resto y encontrar LA banda que nadie conoce, como una especie de masturbación mental. Nada más alejado de eso. El snobismo es el momento exacto en el que la curiosidad se transforma en fetichismo. Los Vancouvers son realmente una banda sensacional, injustamente ninguneada, y como el apóstol que vivió y luego soñó la historia de Cristo vengo aquí a rescatar del olvido a este grupo garagero que, en un mundo menos injusto, debería atropellar a Daddy Yankee a bordo de un Bentley.
La información sobre su carrera es muy escasa. Se sabe que su cantante era Marta Romero, y que todas sus letras son en inglés. La música suena primitiva y moderna, como si los Kingsmen se trasladaran en el tiempo y pudieran escuchar a Pavement o Yo La Tengo. Marta suena como un hombre, pero es mucho más linda de lo que imaginaba.

Su voz es perfecta, una de las más apasionantes cantantes femeninas que he escuchado. La banda tiene una instrumentación directa y ajustada, pero la gracia está en la complejidad de sus composiciones, sensacionales, que podrían funcionar en cualquier formato. En tiempos en que lo simple es ley menos por postura que por incapacidad, es un soplo de aire fresco escuchar un grupo que sabe decidir la forma teniendo antes definida la idea.
Fanáticos de los Beatles y de Big Star, Juan Santaner es el guitarrista y quien convenció a Alex Chilton de que produjera su primer trabajo, No Particular Place (1990). Vale aclarar que NPP es un clásico instantáneo y que What I´m Wearing es la mejor canción de primer disco de todos los tiempos, una gema agresiva y poderosa que de haber sido compuesta por los White Stripes ya habría sido arruinada como cortina musical de un programa de Graña.
A pesar de que la crítica española los bancó, el grupo no logró vender nada en parte porque su discográfica, Polar, se fundió dejando al grupo sin promoción. Ellos, de todos modos, siguieron intentándolo y lanzaron su segundo disco, Quintaessencial (1992), con la discográfica Mondo. El disco sigue la línea del primero, directo y melódico, con un sonido cavernoso y punk a la manera de los Stooges.
Claro que Mondo también se evapora y los Vancouvers quedan sin sello por segunda vez. Un periodista consulta a Martha por esta mala suerte.
Es falso que los Vancouvers seamos una banda maldita. Quiero pensar que la gente dice: '¡coño, un grupo que potencialmente podría vender muchos discos, es una pena que no los venda! Supongo que se deben referir a eso, porque hacemos una música muy directa que puede llegar muy bien a la gente: canciones sencillas, pop, que podrían tener más repercusión. Pero, vamos, yo creo que hemos tenido una suerte increíble. Muchos ya se darían con un canto en los dientes con lo que tenemos nosotros. Tenemos fans fieles... la crítica nos trata bien... ¿qué más queremos?
Cansados de su mala suerte, se asocian a ella abriendo su propia discográfica, Mojave. Así lanzan sus últimos dos discos, Assorted Cookies (1994) y Up to You (1996). Estos discos tienen algunas canciones muy buenas, pero su sonido no ha envejecido bien ya que el grupo compró el canapé del grunge y le erró fiero al bochín. Las guitarras sucias y los bajos a lo Novoselic suenan anacrónicos, como escuchar un disco de Veruca Salt o ver un vídeo de la banda de Courtney Love y preguntarse en qué estaban pensando los programadores de Mtv.
Las cosas no mejoran comercialmente en lo absoluto, la prensa española parece incapaz de comprenderlos y sólo espera que por fin despeguen. Juan y Marta eran pareja y cuando ésta se rompe la banda se separa definitivamente. Así acaba la breve historia de este grupo, y aquí comienza la mía, mucho menos importante pero igual de digna. Este compilado se llamará Combatiendo al Impostor y será la primera de mis muchas batallas contra el olvido de algunas buenas bandas que se retiraron de la industria sin millones y sin haberse acostado con una sola groupie.
El dictamen que encabeza este posteo es de Borges, que además cita estos versos de Almafuerte
La meta es el olvido / yo he llegado antes
La idea de que la meta del hombre es el fracaso. El que fracasa llega antes que los otros, que se demorarán un tiempo. Pero todos serán olvidados.