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lunes, 21 de marzo de 2011

La Chica de The Fall

BRIX SMITH TRAJO EL SOL A GRAN BRETAÑA

En los 80s, Brix Smith era mejor conocida como la guitarrista de The Fall, y como la mujer de su cantante, Mark E. Smith, de quien luego se divorció. Brix era una de las pocas mujeres del indie británico cuando este todavía era bueno. Ella trajo la moda y el glamour a la amarga escena post-punk, ayudando a hacer que The Fall fuera un número decente de pop en vez de experimentar en el polémico post-pop con el que a veces se los confunde. Quizás, de manera más pertinente, en ese entonces Brix se vestía de la manera en que hoy se viste cualquier chica preocupada por verse bien. Básicamente, ella siempre estuvo un paso adelante.


En el 2002 empezó Start con su nuevo marido Philip Start. Start es una cadena de boutiques desparramadas por Rivington Street, en Shoreditch, que se la hace más fácil a las personas que no están tan adelantadas en el juego, estoqueando lo mejor que las marcas tienen para ofrecer. Nacida en LA e hija de un psicoanalista de Beverly Hills, y de una ex-modelo-devenida-en-productora-de-TV, que se divorciaron cuando ella tenía un año, Brix Smith no recuerda nada de su niñez aparte de haber tenido un gato negro y un pez. Ni siquiera se acuerda de qué color era el pez. Hablamos con ella sobre The Fall, Mark E. Smith, y sobre cómo hacer una exitosa cadena de tiendas de moda que de hecho se las arregla para vender cosas que querés comprar.


Vice: ¿Qué tenías puesto el día que conociste a Mark E. Smith?
Brix Smith:
Tenía puesto un vestido blanco de plástico. Era corto. En esos días oscilaba entre el estilo rockabilly y el go-go, así que me imagino que estaría usando unas botas con punta al estilo rockabilly de Chelsea. Mi pelo estaba más o menos como lo tengo ahora. Y en cuanto al maquillaje, ojos tiznados y labios carnosos. Tengo labios grandes así que si me pongo un color muy fuerte pueden tomar toda mi cara.

¿Qué fue lo primero que le dijiste a Mark?
Le dije, “¡Me encantó el show pero no entiendo una mierda de lo que estas diciendo!” y también me acuerdo de verlo en el escenario y pensar que daba miedo. No encajaba en el típico molde de los cantantes. Se notaba que era muy inteligente. Creo que él pensó que yo era linda, así que esa noche se sentó a mi lado y me invitó a una fiesta en Chicago. Yo dije, “Buenísimo, tengo auto, yo manejo,” así que fuimos en mi auto, un Ford Futura azul pálido con asientos de vinilo gris. Puse un casete de la banda en la que estaba para que él lo escuche. Me dijo, “¿Quién escribió esas canciones?” y yo respondí “¡Yo!” Me dijo, “¡Sos una maldita genia!” pensé que lo decía porque quería cogerme, y que me estaba jodiendo. Pero no. Reprogramó su gira para volver a Chicago. Y para ese entonces ya me había convencido de que me fuera a Inglaterra con él.

La gente dice que vos fuiste la persona que le dio un estilo a una banda que en ese entonces no lo tenía.
En realidad yo creo que Mark tenía un estilo increíble. ¿Sabes quien se copio de su estilo? Jarvis Cocker. Esas camisas de poliéster, los pantalones estilo C&A y los zapatos ingleses de cuero duro. No sé como lo describirías.

Se vestía como la gente que te entrevista para un trabajo. El look un poco dice: “Estoy hablando en serio, no estoy boludeando. No necesito ni pelo rosa ni un brazalete con tachas.”
Tenés mucha razón. Cuando Mark usaba ese tipo de ropa estaban de verdad fuera de moda. Era cool porque quedaba tan mal. Pero lo hacia sin esforzarse.

¿Cuánto tiempo pasó desde que lo conociste hasta que te mudaste a Inglaterra?
Seis semanas. Mudarse a Prestwich fue un shock cultural terrible. Me había arriesgado tanto. Había llevado toda la plata que tenía en mi cuenta, que eran $700. Me acuerdo que Mark dijo,” No soy un hombre rico, apenas tengo £1,000.” Y yo le dije, “¡Qué me importa!” Vivíamos en una vieja rectoría con al menos diez gatos.

¿Cómo reaccionó Prestwich a la llegada de una chica del new-wave punk-rock que venia de Chicago?
Su familia estaba fascinada. Aún hasta después de haber vivido ahí cinco años y haber tenido una casa propia, la gente me preguntaba todos los días si estaba de vacaciones porque no podían entenderlo.


¿Lograste que se cambiara la ropa un poco, o nada?
Éramos muy amigos de Michael Clark, el bailarín, y por eso éramos muy amigos de Leigh Bowery y de gente como Stevie Stewart de Bodymap y de toda esa movida fashion de los 80s. Así que podíamos conseguir ropa y si, yo ahí le decía “Ponete esto, ponete lo otro.” Él no se iba aponer algo que no le gustara. Y si se sentía un idiota te decía, “Parezco un idiota.” Yo pensaba que él necesitaba un buen traje para que no sólo se viera inteligente sino más...No cómo se vería Bryan Ferry o algo así. Estaba este negocio en Manchester que se llamaba Woodhouse, que era de Philip Start. Yo no lo conocía, pero ahorré plata y llevé a Mark y le compré un traje. Un Armani color pardo, por £700.

¿Cómo fueron los primeros meses en The Fall?
Al principio, la prensa me odió. Pensaban que era nepotismo. A veces Mark me ayudaba a escribir las letras para mis cosas, yo le daba la hoja con las letras y el las leía y tachada cosas por todos lados. Cuando volvía a leerla, después de eso, era algo brillante. Haber estado en The Fall fue uno de esas cosas soñadas en las que uno inspira al otro y el otro te inspira a vos. Era muy fácil, escribíamos como cinco canciones por noche. Teníamos una conexión intuitiva.

¿Cómo se siente tener esa relacion amorosa/creativa?
Es mágico. Te sentís hirviendo, la piel te hace cosquillas, sabés que es algo tan especial. De alguna manera me pasa eso con mi marido ahora, pero está más orientado a lo comercial. Eso era casi espiritual. Era intenso. Esto es más desapasionado.

¿Cómo se siente tu marido con esto?
Mi marido y yo creamos algo muy bueno con Start. Es una relación saludable que va a durar. No es volátil. Con Mark era totalmente diferente, era un completo drama, una montaña rusa. Duró hasta que se apagó. A pesar de haber sido maravillosa, a veces pasaban cosas terribles. Me divorcié de él porque me engañaba continuamente. Después salieron todos los gusanos de la lata. Toda esa mierda estaba pasando a mis espaldas. Estoy felíz por lo que tuvimos, y estoy felíz por lo que no tenemos ahora.

¿Asi que, básicamente, él era un cerdo?
Un cerdo sucio. Pero, ¿y que? Éramos jóvenes. Una mañana me levanté y él estaba llorando en la cama. Me dijo, “Me voy,” y yo le dije, “¿a donde te vas?” y él me respondió, “No, te estoy dejando.” Y después se fue a Edimburgo. No podía soportarlo, así que hice las valijas.

Hay una canción “Bill Is Dead” que la gente especulaba que era sobre la separación de ustedes dos.
Si. Se suponía que yo iba a tocar en ese disco. La gente dice que “Bad News Girl” también es sobre eso. Yo también escribí una sobre él así que estamos a mano. Después de separarnos yo estaba completamente devastada.

Así que te fuiste de Manchester. ¿A dónde?
Vivía en Holland Park. Conseguí un departamento muy lindo. Empecé a salir y a hacer cosas como mi otra banda The Adult Net. Tenia 25 años y era una estrella pop y me estaba divirtiendo mucho, pero caí en una terrible depresión. Me volví anoréxica, tuve que ir al psicólogo y tuve que tomar antidepresivos. Era un desastre.

¿Qué tipo de cosas usabas en esos días?
Por supuesto que usaba mucho Bodymap, las cuales todavía tengo, y Jean Paul Gaultier. Salí y me compré un vestido de Antony Price. También solía usar remeras psicodélicas con jeans de cuero muy ajustados, como super-chupín. I’m 5’ 2”, así que me quedaba lindo. Arriba del escenario trataba de canalizar a la madre de The Partridge Family. Después, en el 94, Mark me dijo, “Te hago volar de un lado al otro, lo que vos quieras. Te necesitamos de vuelta.”

¿Te quería de vuelta en la banda?
No sé. Algunas personas dicen que lo único que hacía era sentarse en su casa y mirar fotos mías. Su mujer actual no lo deja estar cerca mio. Así que quizás sea cierto. Estoy enamorada de lo que tuvimos, y agradecida por lo que creamos. Pero él es un desastre. Es horrible cuando amás a alguien y lo ves auto-destruirse.

¿Cómo conociste a Phil?
Me reuní con The Fall e hicimos dos álbumes más en los 90s. Los álbumes estaban bien, pero nada que ver a los que habíamos hecho antes. Para ese entonces Mark se estaba deteriorando, fisica y mentalmente. No estaba bien y simplemente no iba a funcionar. Una vez, cuando estaba ahí salí de un restaurant y ví que había gente entrando a Harvey Nichols de noche. Pensé que era una fiesta y quería colarme. Me metí en el ascensor y Philip y dos amigos me dijeron, “¿subís?” Me compró un trago y me enteré que era el dueño de Woodhouse y le conté que ahí le había comprado un traje a mi ex marido. Tuvimos una gran conversación. Al día siguiente la secretaria del manager de mi ex me llamó y dijo, “Este caballero llamó a la oficina, se llama Philip Start.” Yo pensé, “¿cómo mierda hizo para rastrearme? Lo llamé y le dije “¿qué puedo hacer por vos?” Y me invitó a salir.

Entonces, la tienda.
Philip vendió Woodhouse. Yo dejé The Fall. Traté de conseguir un contrato con una discográfica pero nadie me quería. Quería hacer algo en TV, pero a nadie le interesaba. Me la pasaba tirada en el sillón mirando Oprah. También fue muy trastornante para Phil—vender el negocio que había tenido durante 30 años. Y recién se divorciaba de su esposa. Terminamos mudándonos a Shoreditch en el ‘99. Pasaron dos cosas. Lo primero fue que me desperté una mañana y tenía una idea brillante para una serie de TV.

¿Cuál era?
Se llamaba Kitchen Bitch, y yo era la
kitchen bitch. Recibía a un invitado en casa. El primero fue Alan McGee. Hablábamos sobre su relación con la comida y usando esa metáfora hacía que se abriera. Lo otro fue que le dije a Phil, “Mi amor, no hay ningún lugar donde hacer compras,” y él dijo, “Bueno, construyámoslo.” Y así es como empezó. Y mirame ahora. Estoy haciendo tres programas de TV y tenemos cuatro tiendas. Nunca fui tan felíz en mi vida.

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martes, 26 de octubre de 2010

Los individuos, los sistemas

Dedicado al genio de Roberto Perfumo, el Gran Mariscal

Toda discusión debe ser llevada a su reductio ad absurdum. Convengamos con Hobbes que el hombre es el lobo del hombre y que necesita una estructura para pautar sus conductas sino quiere perpetuar su destrucción. Esta idea no me lleva, sin embargo, a apoyar la necesidad de un estado totalitario ni a justificar la superstición nazi. En un mundo con ética no harían falta las ideologías; está claro que todo gobierno que tienda a ponerse por encima de sus individuos y de sus decisiones intelectuales atenta contra el orden del Universo porque quiere congelar una realidad que está en constante movimiento. Brooklyn se expande, diría Woody. El desarrollo pleno de la libertad está atado al comportamiento en comunidad y a la sujeción a ciertas reglas. Cuando uno ve una bandada de aves moviéndose sincronizadas en el cielo no piensa que son esclavas de un orden superior sino que gozan de la única libertad que existe, aquella que inserta al individuo en un orden superior, casi arquetípico en palabras de Schopenahuer, llamado especie.

Viendo a la extraordinaria selección de Joachim Lowe durante el mundial de Sudafrica quizás se entienda mejor el punto. Una libertad plena dentro de una estructura consolidada llevo a que los alemanes nos den uno de los grandes paseos futbolísticos que haya presenciado. Argentina, una selección sin orden y con un técnico que ha llegado a la anarquía menos por decisión que por desidia, no pudo hacer nada frente a una aceitada maquinaria que a su vez le permitió a sus jugadores moverse por toda la cancha. Entrando en el terreno de las paradojas, la libertad precisa de un orden, Alemania lo tuvo y la patética imagen de Di Maria corriendo a Schweinsteiger nos recuerda lo duro de la sentencia.

Del otro lado del espectro ideológico de Maradona (y es generoso afirmar que hay una ideología en un tipo que por dinero abrazo a Menem y a Chavez) encontramos a aquellos totalitarios del futbol, los creyentes del Leviatan, aquellos que ponen la estructura por encima de los individuos y plantean una realidad congelada, sin movimientos. Marcelo Bielsa es quizás el mejor ejemplo. Sus conferencias son perfecto estudio del inconsciente reprimido, donde hay una lucha encarnizada por no expresarse, por negar a Lacan y afirmarlo al mismo tiempo. Esto se ve reflejado en el juego de sus equipos, sobre todo si recordamos a Rosales y a Ortega marcando al lateral del equipo rival. Un sistema asfixiante, la idea que ha destruido al futbol que promulga Dunga, que le asigna a un crack como Robinho la responsabilidad de bajar a defender. Basura táctica.

Quizás solo los genios encuentran el inasible medio, el centro de borgeano de pesadilla. Bianchi ve a sus jugadores y busca la mejor manera de ensamblarlos. A partir de los individuos, busca un orden. Como dice nuestro himno: libertad, libertad, libertad. Ni el horror fascista ni la imposibilidad de la anarquía, la dulce armonía entre el ser y el estar, la armonía del conjunto. Con enganche o sin enganche, con un nueve de área y sin él, Bianchi pudo entrever la trama secreta y ganarle al Milan con Donnet de titular o al Real Madrid con Matellan de zaguero central. Exaltando las virtudes individuales pudo encontrar el equilibrio grupal, Bianchi se coloco con honores en el club de los genios, integrado por nombres ilustres como Glenn Kotche, Lee Marvin, John Ford y Stephen Malkmus.

Esta claro que esta discusion puede llevarse a las sucias arenas de la politica, pero en nuestro pais promover tales debates es esteril porque lo que esta en juego es simplemente una lucha entre dos corporaciones cuasi mafiosas que se disputan un maletin lleno de dinero. Espero estar vivo para ver el dia en el que la clase politica y la clase empresarial sean dos cosas diferentes en la realidad nacional, y que una estructura superior se ubique por encima del mandatario de turno anulando la logica de caudillo que sutilmente sigue imponiendose en nuestros dias. You may say i am a dreamer...

En otro capítulo de estas conversaciones sobre futbol indagaremos sobre la violencia y la hipocresía en nuestro querido y paupérrimo torneo local, y centraremos el estudio en la figura de Angel Cappa (de ahora en mas denominado la mentira).

Saludos

JPS

jueves, 31 de diciembre de 2009

Las 10 canciones del 2009 X

1. Bill is Dead de The Fall

Cosas que se han dicho sobre Mark E. Smith este año entre los redactores y amigos de este blog

Genio absoluto – El único punk del 77 que perduró en el tiempo – The Fall es la mejor banda de todos los tiempos – Cada tema de The Fall tiene 4 o 5 ideas que superan todo lo que sucede en la música contemporánea – No hay nada más lindo que tomar el Plaza escuchando High Tension Line y ver cómo los oficinistas duermen – Las letras de Mark E. Smith son insuperables – No hay un disco de The Fall que no sea un clásico - etc etc.

Para un retrato más acabado, en un acto no exento de mezquina vanidad, les recomiendo leer un post sobre Mark que escribí en mi anterior blog, por suerte abandonado.

El año 2009 se muere, al igual que Bill. Vamos a celebrarlo escuchando a uno de los pocos tipos que aún cree que el rock puede ser una forma de expresión artística trascendente.

Y feliz 2010 para todos en nombre del staff de LSTM


These are finest times of my life
This is the greatest time of my life
This is the greatest time of my life
These are the biggest times of my life




JPS

lunes, 7 de septiembre de 2009

Wind of Change

Es tiempo de cambio en Los Sentimientitos.

He notado en mi breve experiencia como humano que algunas personas suelen creer sus propias mentiras. El hombre paga caro aquello que sueña. Amigos con delirios de grandeza han inventado un doble irreal que los protege de la nada que los rodea. Es patético.

Por eso, a fin de evitar que el personaje de GG me termine consumiendo, pongo fin a su existencia. El Gentil Gigante ha muerto. Viva el Gentil Gigante.

A partir de ahora, firmaré como JPS, iniciales de mi nombre. Seré también un personaje, pero un personaje que cuestiona su esencia, conflicto que debe existir para que la Verdad por fin aflore. Su prosa será divertida, malhumorada y menos dispuesta a la digresión.

GG estuvo bien por un tiempo. Ahora debo mirar al mundo a los ojos. Como dijo el poeta de Springfield:

Quiero sacudirme el polvo de este pueblo miserable, quiero explorar el mundo, quiero ver televisión en un horario diferente, quiero ir a centro comerciales exóticos, estoy harto de los hotdogs, quiero buena carne, pastelillos, quiero salmón, tacos, quiero vivir Marge! Déjame vivir Marge! Déjame por favor!

Amén.

JPS



jueves, 19 de marzo de 2009

50.000 Fans de The Fall pueden estar equivocados (y lo están)


Ahora sí!

Las palmas de todos los negros arriba y arriba y arriba.

Acá llegó The Fall.

-Finalmente!

Oh, chicas, adórenme, báñenme en champagne, abaníquenme con sus prendas de vestir más ligeras, úntenme crema batida en el cuerpo y lámanme.

Porque les hice un compilado TRIPLE de The Fall. Sólo para ustedes.

-Triple, ds?

-Triple. Porque llegué a la conclusión que compilar a The Fall es un acto injusto, humillante… seleccionar sólo quince canciones de su discografía… quién soy? Bobbie Flores? Lo hago triple, porque no me quedó otra, porque yo siempre lo hago tres veces…

-Mmm..

Sí, los 50.000 fanáticos de The Fall no estaban en lo cierto: este compilado anula a todos los anteriores. Este, literalmente, te va a volar la capucha.


ACLARACIONES AL PIE:

Esta trilogía no respeta un orden cronológico, sino estético. El primero de ellos, THE FALL PARA PRINCIPIANTES, resume lo que podríamos considerar sus hits. El segundo, THE FALL PARA AVANZADOS, intenta abarcar su primera etapa, aunque no logra respetarla. El tercero, THE FALL PARA PROFESIONALES, son las canciones más eléctricas, las más adecuadas para una fiesta, si es que entendemos fiesta por orgía bizarra, con enanos, esposas y animales.

-Me gusta, me gusta…

-Sabía...


ADVERTENCIAS DE UN PROFESIONAL:

Nunca le muestres The Fall a una chica, y si conocés a una que le guste, preguntale si se bañó aunque sea hoy. Nunca te compres ni hagas una remera de The Fall, porque te arrepentirás cuando el más boludo que te cruces la reconozca. No le digas a nadie que escuchas The Fall. Y nunca, nunca, golpees una colegiala (no sé qué tiene que ver esto con The Fall, pero me parece un buen consejo).

En fin, disfrútenlo.

-Yo ya lo estoy haciendo.

THE FALL PARA PRINCIPIANTES

THE FALL PARA AVANZADOS

THE FALL PARA PROFESIONALES

(en los comments están las listas de temas)



En este país hace falta una banda que rompa un poco los estándares, que no sienta la necesidad de llenar estadios. Que se parezca un poco más a The Fall. Nosotros con Los Abuelos lo intentábamos todo el tiempo.” Cachorro López.






jueves, 18 de septiembre de 2008

Introducing Mark E. Smith


Si hubiera un santo grial, el Sr. Smith sería el único capaz de levantarlo.

En palabras de mi hermano Ricardo,

esto es Mark E. Smith.

esto es The Fall.



LA VOZ DEL FANTASMA

Escribir acerca de Mark E. Smith es una tarea hostil. Es una de esas personalidades que parecen no encajar sobre su propio molde, que huyen de su mito apelando a los recursos más obvios: el bostezo, el ridículo, la supuesta amnesia. Su música está a años luz del standard de sonido mainstream e incluso del negocio de la vanguardia, es un universo abrasivo, repetitivo y deforme que parece la mejor manera de acercarse por partida doble a los vestigios de esta sociedad post capitalista y, por qué no, a su propio cerebro.

Estoy comenzando a creer que la belleza es un fascismo. Como un dictamen godardiano: sino estás contra ellos, sos cómplice. Mark, pedazo de estúpido, destruye su música por vos, para que no creas en todo lo otro. Podría hacer canciones radiables, por qué no, escuchen Cruisers Creek, I feel Voxish, L.A., podría tener su puto éxito de ventas, pero decide no hacerlo. Es un artista. Juega con tus límites y con tu paciencia y sacrificando su éxito (hablando de dinero, claro) ridiculiza a cualquier otro aspirante a rockero rebelde que las hordas de periodistas inútiles de la NME o la RS (todo es una puta sigla en estos días) siempre están dispuestos a encumbrar. A diferencia de la fealdad de una banda como Beat Happening, que se aferra a alguna clase de inocencia, The Fall, el monstruo de miles de cabezas que creó Mark, es cinico, consciente de su proceso autodestructivo y feliz en ese juego. Hay tantas mentiras que un tipo brutalmente honesto parece un marciano o un loco. Dios lo bendiga.

Su voz es un capítulo aparte. La melodía se desintegra en gritos, vociferaciones, balbuceos incoherentes que disfrazan la verdad con el único atuendo que puede usar en estos días: el absurdo. I have dreams, I can see Carloads of negro Nazis, Like Faust with beards, Hydrochloric shaved weirds. Es la voz de un fantasma. Un borracho en un karaoke punk. Si el rock tiene algún sentido, es por tipos como él. No le crean: no es un estúpido. Rehúye de toda etiqueta como si evitara la tentación de convertirse en una leyenda, forma elegante de referirse a los muertos. Escapa de lo obvio y sigue destruyendo, en vano, la enorme estructura de cosas bellas que nos tiene preparada la cultura pop.

Los grupos de ahora me suenan a negocio. No me relaciono con eso, para nada. Siempre es “gracias esto”, “gracias a mi manager” y esa no es la razón por la que comencé con mi grupo. Hay demasiadas bandas, demasiados músicos. Y todos están en esto por las razones equivocadas. Vi un documental en BBC2 sobre Pulp o Blur. Decían “estamos en esto por las mujeres o las drogas”. ¿De qué mierda estás hablando? Dicen: “Siempre quisimos ser como los Beatles: llenos de minas”. Siempre lo mismo: “Jarvis Cocker nunca hubiera tenido una mujer si no fuera estrella de rock”. ¿Pero a quién le importa? Bien por vos, pibe. Bien hecho. Yo tenía más mujeres antes de estar en The Fall. Y tenía más dinero antes de estar en The Fall.

Nunca estuve en Manchester, claro, pero ser fan de algunas bandas y de algunas películas me han dado algún tipo de panorama: cielos grises y estáticos, fábricas venidas a menos que largan un humo espeso, planes de vivienda color ladrillo, etc. Mark E. Smith es un producto mancuniano. Nació en 1957, es el mayor de tres hermanas. Su abuelo Fred tenía una empresa de fontanería en la cual estaba involucrada toda la familia. Cuando Mark dejó la escuela y también se rehusó a trabajar de destapador de caños se fue de su casa y comenzó a trabajar en los muelles para mantenerse. Para ese entonces se fue a vivir con su novia, Una Baines.

Mark descargaba y cargaba cajas. En la escuela se jacta de haber sido el mejor alumno entre los 200 que iban con él. Es una especie de satisfacción. Era el único con acento mancuniano en todo el colegio, así que muchas veces sus compañeros lo hacían hablar frente a toda la clase para reírse. Por eso mismo, se mantenía generalmente en silencio. Hoy es cierto que muchos graduados universitarios se juntan para interpretar los textos herméticos de Mark, algo que no deja de provocarle cierta gracia: hay superabundancia de universitarios hoy en día.

El pequeño Smith formó The Fall en 1977, a sus tiernos 20 años. La decisión la tomó luego de ver a los Sex Pistols en el Lesser Free Trade Hall de Manchester. Todo el mundo sabe que ahí estaban los Buzzcocks, los futuros Joy Division y algunos notables y anónimos más. El nombre se lo deben a la novela de Albert Camus. Live At The WItch Trails es el comienzo de una discografía que se extendería indefinidamente, que se piratearía a sí misma con todo el empeño del que Mark es capaz. Su objetivo ha sido alcanzado: no hay un disco clásico de The Fall, no hay un canon de 10 canciones de The Fall, no hay un hit o un tema conocido por tu abuelita. No. La música se mantiene en su contexto. Lisandro Alonso, director de filme anti comerciales como La Libertad o Liverpool, se resiste a estrenar sus películas en el mismo complejo que Wall E porque sabe que nadie la apreciaría allí. Tiene mucha razón, y quizás Mark suponga lo mismo. En algún momento (a mediados de los ochenta), cuando estaba casado con Brixie, su novia americana que tocaba la guitarra en el grupo, su música se volvió luminosa y llegaron a tener apariciones fecuentes en MTV, pero luego esto también de deshizo. El auto boicot como estrategia de dignidad.

De joven Mark era atractivo de un modo muy particular: delgado, fibroso, hiperactivo, balbuceante y con la palabra clave en la punta de la boca. No le tenía ni le tiene miedo al borde, al filo, a lugar donde la buguesía te suelta la mano y te deja solo en tu búsqueda. Ahora luce como una horrible tortuga y verlo interprentar en vivo una canción como Blindness es una experiencia fascinante. Detrás de él vemos a lo que se suele llamar el resto de la banda, ninguno supera los treinta años, y cuando el guitarrista ejecuta algún solo especialmente largo Mark se acerca a su amplificador y destruye el sonido con las perillas. No es algo bello ni algo feo, es el fuck you necesario que sostiene el mundo.

Cuando tenía diez años quería ser un viejo de sesenta.

Una anécdota penosa y divertida sucedió en un concierto en Nueva York, en el cual Mark se agarró a los golpes en pleno recital con dos miembros de su banda. Un espectador filmó todo el asunto y esas imágenes se transformaron en el momento más insólito del documental sobre el grupo realizado por la BBC. Cabe aclarar que la pelea siguió en el hotel y derivó en el arresto y la encarcelación de Smith. La banda volvió a Inglaterra sin él, que permaneció dos días en una pequeña cárcel de cemento. No dijeron eso en la televisión, ¿no? De hecho, cuando volví me enteré que habían formado un grupo nuevo, The Ark. Eso es Mark sin la M, ¿entendes? Mark no es el jefe más accesible del mundo, está claro. Y no pierde su sentido del humor. Hundida sin dejar rastro terminó, el Arca.

The Fall no es cómodo para oír, es un universo hermético que requiere la paciencia que la televisión supo destrozar. En algún punto se cuela una estructura, alguna forma de ritmo bailable, como una rave sin la frivolidad. Después de todo, ¿qué otra cosa representa la electronica sino el más absoluto nihilismo? No hay melodías, no hay ideas, no hay sentimientos, todo sobra excepto el ritmo, la superficie de placer y la sensación de eternidad que otorga la pérdida momentánea del devenir temporal. Pero The Fall es extremo. No se trata de bailar. Muchas veces es sólo un endeble riff de guitarra prolongándose indefinidamente. En What You Need? uno espera durante 5 minutos la llegada del redoblante y cuando por fin entra la canción termina y una sensación de vacío se apodera de los sentidos. Las tres R: repetition, repetition, repetition. ¿Qué estas esperando? ¿Un estribillo? La estructura de la música occidental tiene esa idea de circularidad como base, algo que cierra, un partón melódico que como un drama griego termina en el estado de reposo inicial. Eso no existe en el mundo de Mark. No hay canciones que cierren, ni la posibilidad de un descanso. Sí, aunque parezca un chiste The Fall es una banda que tiene mucho de teoría, de trabajo intelecutual, es una puta propuesta artística que suena a los Stooges.

Mark no se siente cómodo definiendo lo que hace. Algunas veces tiró algunas ideas, música compleja tocada de un modo totalmente directo o el más gracioso música extrema con letras muy extrañas por encima, pero está claro que para él la música es una búsqueda constante, la forma más perfecta de alcanzar alguna clase de verdad. Quizás por eso The Fall nunca deja de editar discos, de reemplazar uno con otro, superponiéndolos, quitándole protagonismo para reforzar la obra en su conjunto. Nunca llego donde quiero llegar. Sólo he podido rodearlo, darle vueltas. Estoy comenzando a entender un poco más.

Cuando un músico del grupo va asimilando el estilo The Fall, Mark lo expulsa sin contemplaciones y va en búsqueda de algún baterista que jamás haya escuchado palabra del grupo. Ese es su espítiru. Bucear en aguas trubulentas, desconocidas. No hay nada más triste que un artista cómodo con su propio talento.

Peter Hammill… Lo que amo de Pete Hammill es que nunca tuvo un guitarrista en su grupo. Es es lo que amo de Van der Graf: no tenían guitarrista. Y había muchos tipos en Manchester que trabajaban en el correo o en los muelles que pensaban lo mismo. No tenían putos doctorados en fucking música. Van der Graf era fucking brillante. Ellos sólo lo sabían.

¿Cuán lejos se está de la sociedad siendo fan de The Fall? Hacerle entender a una novia las razones por las que es la mejor banda de la historia y aquella ante la cual todas las demás deberán ser juzgadas (en sabias palabras de John Peel) es una tarea imposible. Todo el mundo busca belleza y escuchar The Fall es una extraña forma de purgarse. La fealdad como forma de libertad, como actitud para encarar el mundo, como un pastelazo en la cara de la gente común y la sub raza de fanáticos de Babasónicos.

This Nation´s Saving Grace es, quizás, la mejor manera de entrar a a su discografía.  Es un disco fenomenal y tiene algún atosibo de melodía, lo cual resulta excitante. Barmy y su riff deforme se plegan a la voz de Mark que aulla I got everything, I got everything I want except for hungry, I got everything I want except for money, I've got the best round set aside for parties. Claro, ¿no? Está el intento de música bailable de L.A., el punk ruidoso de                 Bombast, ese corte abrupto en Paint Work, el riff clase B de Mansion… Una joya y un sonido menos abrasivo que parece ser la puerta de entrada perfecta hacia la cabeza alienada de Mark. 
 
De todos modos, es ridículo pensar a The Fall en término de canciones o discos. Se está perdiendo una parte fundamental del asunto. The Fall es mucho más que eso, es una sola idea que puede tener momentos densos, luminosos, brillantes o inaudibles pero que permanece inmutable, como si se tratara de un pequeño objeto mágico que crece desproporcionadamente cuando lo tenemos en la mano. The Fall es la paranoia de los inteligentes, es una maquina punk e incoherente empastada por el sentido de autor de Smith, que pude hacer propio un feliz cumpleaños o la sacra A Day In The Life de los Beatles. 
 
La mayoría de las bandas en Inglaterra tienen esas hordas de personas alrededor, que viven de determinada manera. No importa que grupo sea, ¿entendes? Quiero decir, Joy Division llenó esa necesidad tan bien que la gente usaba el pelo corto, tenía posters de él cuando ya había muerto, como Jimi Hendrix pero con otra ropa--- Una escena romántica…. Sentimental… Mirá: yo no ando con esa gente para nada, yo vivo del otro lado de la ciudad donde está Factory Records. No conozco a nadie que esté en una banda. Es genial. Por ejemplo, fui hace un tiempo a ver a Snakefinger de los Residents. Fui por primera vez a un concierto en Manchester en 6 meses. Era tan triste, sabés, la audiencia… Había un montón de bandas tipo los Buzzcocks o los Passage, todos ahí parados, esperando ser notados… Me tuve que esconder atrás de postes toda la noche!
 
 
¿Y él? ¿Qué es lo que quiere? No hay fama, no hay dinero, no hay mujeres. Mi teoría es que Mark quiere ser cada vez más feo, deformarse del todo hasta convertirse en un horrendo reptil jorobado que interpreta sin expresión alguna los temas más demoledores y abrasivos de la historia del rock. Su banda de jóvenes detrás, mirando la suela de sus zapatos, sacude los instrumentos y la voz del fantasma inmutable vuela por sobre ellos desafinando, escupiendo el micrófono, conjugando palabras imposibles. Un condenado genio que se caga en Cobain y su cadáver bello y funcional al sistema, siempre gustoso de encontrar una víctima que aplaque los ánimos de la masa. No, Mark no va a ser un cadáver equisito. Mark va a ser la persona viva más horrenda del mundo, y esa es una decisión política y, por qué no, un acto de amor.