Deseando una cosa

Comprender y abarcar en su totalidad un disco como “Loveless” puede llevar un par de años. Y me di cuenta porque tuvo que pasar precisamente esa cantidad de tiempo para volver a encontrar allí otro temazo perdido, que a su vez renovara el interés por todo el disco: “Blown a wish”. Una canción que en un comienzo había pasado desapercibida y que, tranquilamente, está a la altura de todas aquellas otras que conforman los mejores momentos de esta obra magistral de My Bloody Valentine: “Only shallow”, “When you sleep” o “I Only said”, por ejemplo.

Me acuerdo de que “Loveless”, pese a su complejidad, me la voló apenas lo escuché. No podía creer que hubiera tantas cosas concentradas en el espacio de una sola canción, y cada una de ellas conviviendo armoniosamente. Era -es- un sonido emocionante, melancólico, encerrado en sí mismo. Pocas veces antes -o quizás nunca- había asistido a semejante ofensiva de guitarras distorsionadas, sin por eso desatender las melodías. El disco suena, en todo momento, distante, ambiental, como saliendo por debajo de una capa de suciedad que lo envuelve todo. Baterías lejanas pero no por eso precisas; voces débiles, apenas audibles, entonando melodías hermosas que sobreviven a los rasgueos violentos de veinte millones de guitarras; y todo eso bajo una atmósfera monocorde a la que no puede accederse sino con el volumen bien al mango. Para escuchar en momentos felices o en momentos de mierda.

Y la verdad es que ya no estoy seguro de que la canción que suena en “Perdidos en Tokyo” cuando Bill Murray vuelve en el taxi con Scarlett Johansson sea “Sometimes”, de este mismo disco, pero lo mismo hubiera sido perfecta para ese momento de desolación, de cansancio, de feliz resignación.

EM.