viernes, 16 de diciembre de 2011

Las 10 canciones del 2011 II


El descenso



Luego de la caída de las Torres Gemelas, el hecho real más irreal que me ha tocado vivir es el descenso de River Plate a la B Nacional. Creo que solo hace algunas semanas comencé a dar por sentado un hecho que durante meses sentí como un sueño o una larga broma que todos los hinchas de Boca nos empeñamos en sostener. Los profetas de la postmodernidad hablan de la caída de los grandes relatos y River entra de manera perfecta en sus teorías esotéricas.

Con RIver se fue al descenso una manera de vivir el futbol en nuestro país, el fanatismo desmedido y estúpido que parece ser la vía de escape de otras frustraciones, de otras negligencias, de la corrupción dirigencial y la falta de moral de un argentino que siempre parece ser el cómplice perfecto. Así como Cromagnon fue el punto cero de una manera de vivir el rock que reflejaba en un espejo deforme lo que pasaba en el país, el descenso de River fue un final cantado del que, viendo lo que sigue pasando en otros clubes, nadie ha sacado ninguna lección.

Descender era visto, en eses meses previos que eran la crónica de una muerte anunciada, como una tragedia, un horror indescriptible, en una percepcion algo desaforada de un simple resultado deportivo. Esa sobre estimacion del descenso fue condenatoria. El miedo al fracaso consumió al hincha y a los jugadores, algunos de ellos muy jóvenes, e hizo caer la estructura gigante de un club centenario en una espiral decadente e inevitable. Al prinicpio fue incredulidad (River no puede descender), luego fue una amenaza concreta y al final fue el terror puro, y el pitazo final de Pezzota marco un orgasmo invertido que no expulso vida muerta sino que hizo realidad la muerte, la larga caída por el pozo negro que había generado el club alrededor de sí mismo como un suicida inconsciente.

El gran Sigmund Freud diferencia el miedo real del miedo neurótico: existe miedo neurótico cuando la intensidad del ataque de miedo no tiene ninguna relación con el peligro. El miedo neurótico se apodero de los jugadores, del periodismo, de los hinchas, y por momentos no había lenguaje oral o escrito sino puro gesto, pura pulsión desatada ante la escenificación misma del desastre, la puesta en escena perfecta de una obra que terminaría en tragedia y que sería disfrutada con cierto placer morboso por los amantes del futbol. Aquel partido final fue una larga pesadilla en la que los jugadores de Belgrano jugaron contra once rivales y los jugadores de River lo hicieron contra sus miedos y los miedos de millones de personas. Fue un partido lleno de fantasmas. El llanto de algunos hinchas fue conmovedor.

Como hincha de Boca cabe decir que el descenso del eterno rival fue un placer pero admito que espero su pronto regreso. Se extrana el súper clásico, un partido mágico y misterioso que hace historia en cada jugada. Quien se acordaría del paraguayo Rojas, de Hugo Romeo Guerra, de Juan Krupoviesa, del brasilero Iarley, entre otros héroes olvidados, sino fuera por las proezas que han hecho en viejos partidos entre Boca y River? Lo que sucede dentro de la cancha es siempre hermoso, aun las patadas y los pelotazos, hay una nobleza en el deporte que no tienen otras actividades sociales.

Algunos hinchas parecen no resignarse al papel secundario que les toca y buscan tener más protagonismo que los jugadores. Cuando alguien habla de una hinchada que alienta mucho o que va a todos lados, no puedo dejar de pensar que es una gigantesca estupidez que alguien viaje todos los domingos a lugares lejanos como Mendoza o San Juan solo para ver a su club, mucho menos en estos momentos, en los que los partidos pueden verse en vivo y en directo. Aquellos hinchas de River que ingresaron al partido a pedir huevos rompieron la barrera de la ficción, cortaron el alambrado e ingresaron a la escena en el medio de la película, como si gritar o alentar no fuera suficiente desde la tribuna, como si la aproximacion con el actor tuviera que ser obscena. Esta posicion ante lo representado es un ejemplo mas de toda una conducta sociologica que va llevandonos a todos al terreno de la obscenidad. En el fondo, esos dos encapuchados estaban pidiendo a gritos una atención que alguien con más poder que Chice Arano no le está dando.

JPS

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy uno de las tres o cuatro personas más fanáticas de Wilco en la Argentina y como tal, veo la belleza en la contradicción (real o imaginaria, escrita o palpada). Dicho esto, no puedo dejar que se despliegue un ejercicio de erudición sobre la afición a un club de fútbol sin poner un chiste cabeza que leí en los comentarios del olé.

- ¿cómo le dicen a River? Adolescente desvirgada, porque la primera "B" siempre duele...

Anónimo dijo...

MN.

Anónimo dijo...

Ja... la relacion que ha establecido el argentino entre el futbol y la sexualidad es asombroso. Alguna vez habria que estudiarla. "te rompimos el culo", "te vamos a cojer", "puto", etc... que lindo pais.

JPS

Anónimo dijo...

"River, replanteá tu Bida".

(pueden reconocer un desbarranque cuando lo ven venir?)


EM.