viernes, 27 de noviembre de 2009

Las 10 canciones del 2009 II

Hace algún tiempo, una persona que quiero me envió por mail Waterloo Sunset y luego la cuestión fue muy simple: jamás dejé de escucharlo. Sí, conocía a los Kinks, pero cometí el grave error de no prestarle atención a esta gema que por suerte ya me acompaña en los días monótonos. Es un alivio saber que todavía existen temas geniales que no escuché, que un futuro asesino serial subió a Taringa! unas rarezas de Magazine que merecen ser oídas. Internet nos ha transformado a todos en dinosaurios de Jurassic Park, depredadores alimentados sin moverse de su sitio. Pero no olvidemos que cuando al T Rex le ofrecen una cabra para que se alimente, Jeff Goldblum (el gran Jeff) dice no quiere comida, lo que quiere es cazar. Yo todavía quiero cazar.

El Waterloo Bridge flota sobre el río Thames y desde allí se puede contemplar un hermoso panorama de Londres, que en los atardeceres se tiñe de rojo y parece quebrar la flema británica que impregna los edificios. Creo que fue Bernard Shaw quien dijo que la niebla sobre Londres la generan los londinenses. Cuento todo esto porque varias veces se ha definido a esta canción como el gran himno de la ciudad, y quizás sea cierto. Hay una reposada melancolía en el tema que parece reflejar de manera perfecta esa idea romántica que tenemos de una ciudad en permanente crepúsculo en contraste con el amanecer en América. Así como Buenos Aires se volvió a fundar cuando Horacio Ferrer encontró esa imagen perfecta de la luna rodando por Callao, Davies nos hace sentir a Londres en líneas tan lindas como dirty old river, must you keep rolling, flowing into the night. People so busy, make me feel dizzy, taxi lights shine so bright. A pesar el movimiento del río (que desde Heráclito remite al tiempo) hay una sensación estática en la escena, y es válido pensar que ese estatismo corresponde a la situación del mismo narrador, que en el mejor momento de la canción dice

Every day I look at the world from my window

Y aquí es cuando Waterloo Sunset comienza a entrar en la categoría de lo sublime. Hay una gran canción de Lennon que es de la misma época, I Am Only Sleeping, en la que John dice keeping an eye on the world going by my window. También Bowie cae en una frase similar en Oh You Pretty Things!, una hermosa joya de Hunky Dory, cuando canta Look out my window what do I see, A crack in the sky and a hand reaching down to me. La idea de mirar el mundo a través de la ventana de un departamento es realmente muy linda, como si la vida misma nos trazara un marco para aprehender el mundo, el pequeño espacio de subjetividad establecido por arquitectos pragmáticos para observar una realidad cada vez más compleja e inabarcable. El narrador de Waterloo Sunset no se enamora, sólo es feliz viendo cómo Terry y Julie lo hacen. Tampoco quiere salir de su hogar, es feliz mirando el crepúsculo y contemplando a las millions of people swarming like flies `round waterloo underground. El hecho de que compare a la muchedumbre con insectos no me parece peyorativo, por el contrario, creo que es una imagen no exenta de belleza en la que el narrador reafirma su estado marginal y observa con cariño la comedia (o tragedia) humana desplegándose a su alrededor.

Sería bueno indagar en el por qué de esa auto marginación. A diferencia de otras formas artísticas como el cine, la literatura o la pintura, el rock (la gran forma popular que ha adquirido la música en el siglo XX) no ha ampliado demasiado sus horizontes temáticos. Los grandes artistas no han hablado más que de chicas y drogas, y cómo la tenencia o la carencia de estos dos elementos le otorga sentido al mundo entero. Creo que el gran éxito global del rock se basa en que le permite a la gente reencontrarse con una sensibilidad que el mundo tiende a perder por completo. Como en las mejores películas de Kubrick, la civilización tiende a lo inhumano, y el rock parece ser un refugio de sensibilidad donde la descripción de temas banales (Calamaro, Merrit) o la expresión de sentimientos muy personales (Drake, Callahan) reencuentran al público con una faceta que la lógica de la productividad niega constantemente. Davies dice people so busy, makes me feel dizzy y parece reafirmar todo esto.

La imagen que el genio de Davies encontró, la idea de contar una historia de amor ajena que se observa a través de una ventana, es admirable. Me hace pensar que el espacio para la sensibilidad es cada vez más estrecho, o que las personas sensibles se ven condenadas a un cierto alejamiento. La historia parece confirmar todo esto. Pensemos que Margaret Tatcher va a morir de vieja, y que a Lennon lo mataron de 5 balazos.

Los malos pierden sólo en las películas.





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