martes, 24 de noviembre de 2009

Las 10 canciones del 2009

A modo de cierre de año, voy a hacer una lista de las canciones que me han acompañado en estos doce meses, prescindiendo de su fecha de edición o lanzamiento.

10. May I de Kevin Ayers

Cuando comienzan a gustarte canciones como ésta comprendés que definitivamente sos un adulto, que te interesa menos lo sorpresivo que lo estable y que lo nuevo no es más que un concepto de marketing, ya que un segundo después de la creación todo era viejo. Y digo esto porque en May I hay solos de instrumentos de viento que ni siquiera puedo identificar, aires jazzy y bajistas que tocan miles de notas, elementos que como fan de Joy Division deberían causarme estupor. Pero no. Es que Ayers es uno de esos músicos de rock que ya no existen, como Bolan o el propio García, con formación clásica y un oído que logra que todo suene afinado y armónico. La armonía es un concepto que el rock, como el mundo, ha perdido. Y cuando uno es adulto, cuando uno puede mirar hacia atrás en el tiempo y encontrarse en un montón de situaciones estúpidas con las que no se identifica, la búsqueda de la armonía pasa a ser lo principal. Esto no implica una resignación, por el contrario. Ocurre que cuando uno sale al mundo a realizar sus sueños juveniles se encuentra con un conjunto de humanos desesperados por mantener a sus hijos con vida (o, en los parámetros de la época, comprarles una WII) y comprende que el caos no está en nuestra habitación o en los discos de Fugazi sino en la calle y en los edificios grises donde árabes petroleros locos deciden volar edificios. Entonces, al volver al hogar luego de una jornada laboral, ya mayor, Fugazi le cede lugar a una canción tan reposada y preciosa como May I y una suave calma transforma a Kandinski en Monet.

Ayers ha logrado ser algo mucho más importante que un genio: ha logrado ser un músico extraordinario. Me viene a la mente aquella anécdota en la que Lennon le declaraba su total admiración a Dylan y a sus letras. El viejo Bob le respondió: es el sonido, John. A fin de cuentas, siempre es el sonido. Cada instrumento de May I está puesto en el lugar adecuado y su conjunto de trucos se vuelven magia. Como diría John Peel, el talento de Ayers es tan agudo que podría enhebrarse en un alfiler.

Quizás el conjunto de mentiras que nos rodean nos hayan hecho caer en la confusión de que todo lo feo es auténtico y que todo lo auténtico es genial. Los caminos de la música son misteriosos, pero está claro que imitar a Daniel Johnston es mucho más fácil que imitar a Van Morrison. Hoy me parece más punk Penny Lane que I Wanna Be Sedated, quizás porque, en la actualidad, estar sedado es una forma de escapar del mundo y no de enfrentarse a él.

La otra posibilidad es que, simplemente, me esté poniendo viejo, y que mis modestas alegrías sean otras. Como canta Ayers en May I:

I just came in off the street
Looking for somewhere to eat
I find a small cafe
I see a girl and then I say
'May I sit and stare at you for a while?
I'd like the company of your smile'
You don't have to say a thing

Hace poco veía una película de Chris Marker, Sans Solei, y el narrador lanzó esta frase que ya le comenté a unos amigos: he recorrido el mundo, y lo único que me interesa aún es la banalidad. Es difícil comprender por qué la frase es tan buena. Pero puedo asegurarles que, hoy, la simple visión de una chica linda en una cafetería es capaz de mejorarme toda la semana.

JPS

4 comentarios:

fedi dijo...

necesariamente nos gusta lo autentico. si no es autentico no dura. por eso es buena, en marketing lo de "todo lo feo es auténtico y que todo lo auténtico es genial."

es como "todas las bandas de la plata se las traen"

se las traen! q 90s mi coment!

Anónimo dijo...

http://los-sentimientitos.blogspot.com/2009/09/see-you-on-other-side.html

Anónimo dijo...

si, lo se, no resisto ni medio archivo. shame on me.

Anónimo dijo...

si, lo se, no resisto ni medio archivo. shame on me.