martes, 29 de marzo de 2011

Pop I


Impulsado por el hartazgo indie de mi pareja (que me obligo a sacar del reproductor el ultimo disco de Sebadoh), me parece una buena idea seleccionar diez canciones pop decentes para demostrarle al mundo que incluso la música que se vuelve mercancía puede tener sus momentos de lucidez.

La fabula dice que Lily Allen se hizo famosa a traves de My Space. Esto es definitivamente absurdo. Nadie se vuelve famoso de esa manera, es un mero truco pubilictario para que un monton de bandas de heavy religioso sugan subiendo sus cancioens a ese portal esperando que Dios les haga firmar un contrato con Universal. Lily se hizo famosa porque su padre (que es un reconocido comediante ingles) y su madre (una productora de cine) levantaron el tubo e hicieron un par de llamados. Y por su talento, claro. Es cierto que ella es una usuaria compulsiva de My Space, lo que me da a entender que los músicos de estos días son tipos que, en lugar de leer, escuchar el compilado de EM sobre Pavement o tratar de acostarse con alguna artista oriental de concepto, pierden todo el día promoviendo su propia música en Internet. Con razón mi banda es tan buena.

De todos modos, Lily tiene una linda voz y la capacidad que hoy separa a alguien genial de alguien con éxito: el self marketing. Con un vestido y unas zapatillas se volvió un icono, algo fácilmente identificable, ideal para la venta. Asi, Lily hizo millones de dolares, se volteo a uno de los Chemical Brothers, tiene problemas con drogas, fotos donde se demuestra que padece de una horrorosa celulitis, algún vídeo pornográfico y demás hechos comunes en la deliciosa cadena de eventos (des)afortunados que definen a una estrella pop de estos días.

El mundo se esta yendo por el excusado, pero mientras tanto podemos escuchar la hermosa producción de Smile, que suena a un rocksteady jamaiquino con el tempo acelerado y unos arreglos de voces exquisitos cortesía del productor estrella ingles Mark Ronson.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buen tema. Recuerdo cuando me bajé el segundo disco y comprobé, como Borges en El Aleph, que el mundo ya no era el mismo.


EM.