miércoles, 30 de marzo de 2011

Volamos

Borges dice que los americanos tienen afición por eso que llamamos "el escritor secreto". De Pynchon a Salinger, hay una tradicion en las letras americanas que ha generado ese tipo de escritor huidizo que se pierde en la masa ucraniana de tierra escondida entre LA y NY y que, desde su invisibilidad voluntaria, lanza textos que hacen tambalear el sistema de pensamiento corriente. En Argentina la cuestión es diferente. El escritor secreto es, probablemente, alguien que se negó a ir a los asados, donde las alianzas de marketing y el amiguismo se consolidan. Antonio di Benedetto es parte de este grupo de olvidados. Zama es, junto con El Entenado y El Sueno de los Heroes, una de las mejores novelas argentinas que he leído. El reciente descubrimiento del no menos secreto BZ de esta joya literaria me ha hecho volver a un hermoso cuento de Di Benedetto titulado "Volamos". Enjoy.

Volamos

Como puesta ante un apacible e inofensivo misterio, que puede serlo, con ganas de hablar, que a mí me faltan, me cuenta de su gato.

Es, sí. Claro que es; pero... Ante todo, como es huérfano, recogido por compasión, se ignora su ascendencia. Es gato y le agrada el agua. De las acequias no prefiere los albañales, sino la corriente barrosa. Se lanza acezante, pisa fuerte y salpica: hunde las fauces y hace que toma, pero no toma, porque es de puro goloso que lo hace. Puede pensarse que no es un gato, que es un perro. También por su actitud indiferente en presencia de los demás gatos. Pero es que asimismo se limita a observar desde lejos a los perros y ni siquiera se enardece frente a una pelea callejera. Como al emitir la voz desafina espantosamente y además es ronco, no puede saberse si maúlla o ladra.

Hago como que me asombro. Pero no abro la boca, porque de preguntar o comentar me preguntaría por qué pienso así y tendría que explicar y complicarme en un diálogo. Empero ya no me habla: se habla. Revisa lo que sabe y quiere saber más.

Es gato y le gusta el agua. Eso no autoriza a concluir que sea un perro. Ni siquiera está la cuestión en que sea perro o gato, porque ni uno ni otro vuelan, y este animalito vuela; desde hace unos días se ha puesto a volar.

Yo espero que me pregunte si creo que se trata de una brujería. Pero no; al parecer, no cree en eso. Yo tampoco; aunque lo pensé. Mejor dicho, pensé que ella lo pensaba. Pero no.

¿No te maravillas?

Sí; seguramente. Me maravillo. Cómo no. Me maravillo.

Podría maravillarme, cómo no. Pero no. Puedo maravillarme porque el gato-perro vuela. Pero es que no sólo hablo. Estoy pensando. Pienso que ella supone que he de maravillarme porque lo que creyó era gato puede ser perro o lo que puede ser gato o perro puede ser un ave o cualquier otro animal que vuele. Debiera maravillarme porque, lo que se cree que es, no es. No puedo. ¿Acaso me maravilla que tú no seas lo que tu esposo cree que eres? ¿Acaso me maravilla no ser lo que mi esposa cree que soy? Tu animalejo es un cínico, nada más. Un cínico ejercitado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En 1976, pocas horas después del golpe militar del 24 de marzo, Di Benedetto fue secuestrado por el ejército. "Creo nunca estaré seguro que fui encarcelado por algo que publiqué. Mi sufrimiento hubiese sido menor si alguna vez me hubieran dicho qué exactamente. Pero no lo supe. Esta incertidumbre es la más horrorosas de las torturas", diría años más tarde. Humillado, golpeado y destrozado anímicamente, fue excarcelado el 4 de septiembre de 1977 y se exilió en Estados Unidos, Francia y España.

otra razon mas para odiar profundamente a los militares.

jps