martes, 10 de mayo de 2011

Espiritualizado

1. Doctor Pasavento de Enrique Vila Matas

Doctor Pasavento es un libro extremo. Vila Matas es disperso y ama las disgresiones. El protagonista no sabe quién es y los viajes que realiza parecen ilusorios, movimientos falsos que solo se producen en la cabeza de su huidizo personaje principal. La desaparición como acto de resistencia moral constituye la idea central de este ensayo novelado sobre la pérdida del yo en occidente, sobre la lenta disolución del sentido. Aunque de difícil lectura, no dejo de pensar que Vila Matas es lo más interesante que le pasa a la literatura en estos días. Sus libros no ceden ante el argumento, en la ficción como algo separado de la realidad, sino que juegan en el borde de ambas ideas, saboteando la polarización. Nunca falta aquel que lo tilda de demasiado intelectual. Para ellos están las películas de Robert Rodríguez, Torrente 4 en 3d, Jack Ass y, claro, la concha de su madre.

2. Sunset Park de Paul Auster

Paul Auster tiene varias cosas en común con Woody Allen: vive en NYC, le gustan las menores de edad y publica nuevo material todos los años. Como si se tratara de la rutina cultural de la ciudad, Auster entrega en otoño su nuevo libro y, aunque ya nadie espera que sea deslumbrante, todavía tiene un buen número de seguidores y otros que esperamos que vuelva a escribir algunas de las genialidades que escribió hace 20 anos. En ese sentido, Sunset Park es una decepción. Escrito a las apuradas, con el diario del día, Auster tenía personajes y material para armar una buena novela que se esboza pero que no termina de aparecer. La historia está vista de lejos, los personajes están presentados pero no hay escenas que los hagan evolucionar, y uno sabe que para un escritor con el oficio de Auster, Sunset Park fue un trámite en el que su talento no fue puesto a prueba ni por un segundo. Me lo imagino escribiendo de 9 a 2 de la tarde y después entregándose al placer de ser un escritor famoso.

3. Falconer de John Cheever

Falconer es uno de esos libros de prisión, subgénero literario con antecedentes honrosos como El Conde de Montecristo o Papillion (los franceses, siempre los franceses). El protagonista, Farragut, recuerda su vida y las circunstancias que lo llevaron a Falconer mientras se relaciona con los otros presos y con los guardia cárceles, que a pesar de estar del otro lado de la reja son tan prisioneros como los primeros. La novela es menor pero tiene un final extraordinario. La situación última simboliza y encarna a la perfección todo lo que veníamos leyendo y le da un hermoso sentido a la lectura. Cheever escribe de manera vital, honesta, con una capacidad para la digresión admirable en tanto nunca se va por completo del libro. Dicen por ahí que los diarios privados de Cheever son excelentes y ya estoy en campana para conseguirlos.

4. Paris era una fiesta de Ernest Hemingway

El libro tiene un hermoso titulo y otro no menos bello epígrafe. Asi, uno se prepara para su lectura con placer y se encuentra con un conjunto de relatos que van conformando un diario de viaje del propio Hemingway en Paris, en aquel momento invadido por la “generación perdida”, un conjunto de alcohólicos estadounidenses que vivían la experiencia de la pobreza parisina con secreto placer. Cuando Hemingway juega ese rol de “duro pero sensible” y explica su extrema pobreza o su inexplicable afición por las carreras de caballos el libro decae; cuando narra las relaciones entre los otros artistas y sus propias ideas ante ese ambiente se vuelve genial. Por el libro desfilan como personajes Ezra Pound, Francis Scott Fitzgerald, Gertrude Stein y hasta James Joyce, “que se sienta en los teatros a escuchar las obras porque no ve nada”.

5. Adios a las armas de Ernest Hemingway

Hemingway no es un escritor especialmente imaginativo. O quizás creía erróneamente que para escribir es necesario experimentar los temas y los escenarios a narrar en las novelas. Quién sabe. Sus obras tratan sobre él en Paris, él en la Guerra Mundial, él en África, él en la guerra civil española, etc. El comienzo de Adiós… es fenomenal; allí se ve por fin el famoso “estilo” del que habla Burguess en la biografía sobre el escritor; las oraciones se encadenan regalándole imágenes móviles de extrema belleza al lector. Luego Ernest quiere que sepamos que el sí estuvo en la guerra y narra con detalles y diálogos farragosos ataques, cenas, contraataques, traslados, etc. El libro pierde poder. Como transmitir la sensación de la guerra? La guerra es tan horrible y absurda que no puede ser explicada o puesta en palabras. Hace falta citar de nuevo a Adorno? La verosimilitud o la honestidad literaria no dependen del dato sino de la imaginación. Las mejores escenas de libro se dan cuando el personaje se va del campo de batalla y yace en un hospital o vaga por la frontera suizo-italiana. Conoce a una enfermera inglesa, Catherine, y hablan y se enamoran mientras afuera el mundo se desmorona. A Hemingway le encantaba pasar por duro, y eso quizás haya arruinado parte de sus libros. Hoy su mito es quizás más poderoso que su literatura pero, vamos, la construcción de ese mito es sin dudas la obra de un genio.

6. Bajo este sol tremendo de Busqued

Busqued nació en Chaco en 1970. Luego se fue a vivir a Córdoba y más tarde a Buenos Aires. Escribió una novela, Bajo este sol tremendo, y la presento al Concurso Herralde de Novela. Si bien no gano, su libro fue uno de los finalistas (en un jurado integrado entre otros por Enrique Vila Matas) y Anagrama decidió publicarlo. En la solapa podemos ver una foto suya: tiene una remera de Motorhead. Su libro es, claro, seco y violento. Sus personajes fuman cantidades industriales de marihuana, miran porno y son adictos a History Chanel. Busqued nos corre a la periferia de la literatura y de la Argentina: el libro transcurre en rutas perdidas y despobladas del corazón moribundo de la pampa argentina; sus personajes parecen motivados por una brutalidad banalizada, rayana en lo absurdo. Como un Menos que Cero made in Chaco, el libro tiene algunos huecos de sentido pero termina siendo una obra valiosa porque es autentica y porque hace sentir el vacio sin caer en ese vacío, uno de los grandes retos del arte posmoderno.

7. Rojo y Negro de Stendhal

Cuando Europa tenía algún sentido, antes de su suicidio masivo en Auschwitz, los escritores ingleses eran personas de gran imaginación. A ellos les debemos El Hombre Invisible, Dr Jekyll y Mr Hyde, Frankenstein, entre otras grandes obras fantásticas. Los franceses de aquella época, en cambio, estaban interesados en la política, las costumbres y en la aprehensión de eso que llamamos realidad. Aunque hay excepciones, las grandes obras literarias francesas prescinden de lo fantástico. En Busca del Tiempo Perdido, Madame Bovary, Los Miserables, La Comedia Humana. Rojo y Negro es, en este sentido, una obra maestra francesa. Escrita en 1830, la novela narra las aventuras del inolvidable Julian Sorel. Aspirante a sacerdote menos por fe que por ambición, Sorel es hijo del dueño de un aserradero, un hombre inculto de baja posición. Sorel trata de ascender en una sociedad hipócrita que atraviesa el fin de la monarquía y el surgimiento de la República. El recorrido del personaje está plagado de debates éticos y de discusiones políticas. Como Raskolnikov, Sorel está obsesionado con Napoleón y con la grandeza del individuo que está por encima de toda barrera moral. Este era el gran dilema europeo, que acabaría con nefastas consecuencias. Algunos personajes (Madame de Renal, Monsieur La Mole) son inolvidables y están contados con un grado de detalle que asombra. Quizás la primera parte sea más valiosa que la segunda, en donde el esquema se repite y en la que Stendhal parece haber sido menos riguroso con su prosa. Uno de los temas mas interesantes de la novela es el poder del amor. Los sentimientos estaban mal vistos en la sociedad de la época y el amor parece ser una fuerza revolucionaria, un impulso vital en un continente muerto. Rojo y Negro es un viaje por la decadencia, ese estado que Nietzche y Mann alababan y en donde quizás haya quedado esa idea romántica de Europa que hoy ya no existe.

JPS


7 comentarios:

mastronardi dijo...

¿En qué traducción leíste Rojo y Negro? Para ver si está buena, porque hay varias versiones...

A Vila-Matas siempre lo quise leer pero le tengo un poco de "cosa" porque tengo miedo, como me pareciera que es según críticas, de tanta cita y cita a autores. Tanta literatura dentro de literatura. Me gusta eso pero creo que con Bolaño tuve suficiente y se me hacía que VM también hacía algo parecido, ¿puede ser?

Slds!

Anónimo dijo...

Hola, lei Rojo y Negro en la traduccion de Consuelo Berges, es buena y tiene una cantidad aceptable de notas. Digo esto porque hace poco vi una nueva edicion poblada de incisos y explicaciones que en exceso me resultan molestas.

Lei solo dos novelas de Vila Matas, Dublinescas y Doctor Pasavento. La primera es la ultima que edito y tiene una "trama" comprensible. Es una buena forma de empezar a leerlo. Doctor Pasavento es un ensayo sobre el la falta de sentido del mundo actual disfrazado de novela, o sea... Es dificil de leer no porque tenga una trama confusa tipo Faulkner sino porque, de hecho, no tiene ninguna trama. Pero es una lectura muy estimulante, se hace repetitiva por momentos pero tambien te hace pensar y algunas paginas son excelentes. Bolano es otra cosa, es un novelista que se boicotea, Vila Matas es un ensayista que se disfraza de novelista.

Saludos!!

JPS

Mastronardi dijo...

Gracias por la data. Ahí estoy viendo y parece que está en Alianza, y que Consuelo es una vieja prestigiosa que también tradujo a Flaubert y a Proust. Es todo un tema el de las traducciones, antes las pasaba por alto, pero ahora ya es dificil y hay que saber antes de comprar. Lo mismo pasa con Ulises, hay varias versiones y creo y habría que buscar la mejor. En Proust yo compré una traducción de Pedro Salinas y me pareció insoportable; quizá pasa otra cosa y hay más cercanía con la de Estela Canto. Anagrama es la editorial más complicada en éstas cosas. Y algunos traductores españoles de autores contemporáneos por ejemplo, Javier Calvo, quien traduce a David Foster Wallace horriblemente. Y, para tipos como yo, que pueden comprender el inglés pero no leer una novela entera, hay autores que hay que dejar de lado por estas cuestiones...

Quizá es hora de empezar con VM. Me mareaba porque tiene muchos libros publicados. Slds

Anónimo dijo...

Yo lei una version de Ulises buenisima, no recuerdo el nombre del traductor, cuando este en casa te paso el dato. Creo que la traduccion del frances al espanol es la que mas problemas genera, habria que averiguar por que.

Buenisimos aportes,

slds,

JPS

Anónimo dijo...

muy bueno gentil.

Mastronardi dijo...

¿Cuál es? La de Cátedra? Esa es la que he visto en librerías, y generalmente esa editorial tiene buenas traducciones, por lo menos en poesía que es lo que leí(ahí también están las novelas de Faulkner). Sé que la primera traducción al castellano la hizo un argentino creo, Subirat, de ésta traducción hablaban si mal no recuerdo en Respiración artificial de Piglia, y que tenía muchos problemas o que era una traducción argentinizada... Ahora buscando en google, veo que también José María Valverde tradujo el Ulises, a Valverde lo conocía traduciendo desde el alemán, por Goethe, y es bueno.

Hablando de Cheever, no sé si leíste los relatos, que están editados completos, yo leí el tomo I y la verdad es que son geniales. Si querés probar lee El nadador que está colgado en la red... Tremendo. Slds!

Anónimo dijo...

Lei la traduccion de Subirat, que es la mejor en castellano por lejos. Aca hay un articulo sobre el tema.

http://clubdetraductoresliterariosdebaires.blogspot.com/2009/06/una-nueva-traduccion-de-joyce.html

Estuve buscando en Respiracion Artificial la alusion a Subirat pero no la encontre. Por cierto, me dieron ganas de releerlo. Blanco Nocturno es tan malo que no quiero quedarme con esa idea de Piglia.

JPS